Querido papel
Como diría el psicólogo marxista Wallon, el papel higiénico no se entiende sin la mierda, ni la mierda sin el papel higiénico. Pero como la mierda escrita no huele dejemos que sean protagonistas de esta pequeña historia.
Hoy día seríamos incapaces de ir al baño sin nuestro amigo el papel higiénico. Salvador de tragedias, cuando por alguna causa no lo encontramos en su lugar. Es nuestro gran aliado en los momentos en que nos vemos desprotegidos, solos en un cuarto, la mayoría de sus veces pequeño. Sufriendo uno de nuestros actos menos vanagloriosos, no le damos la importancia que se merece.
Qué gran invento para los mejores y peores traseros de la humanidad, que suavidad cuando lo deslizamos por nuestra parte menos vista por nosotros, que extensión tan generosa, para que cada cual se sirva en lograr mejor limpieza. No me equivoco si digo que nuestras posaderas han notado como nuestro nivel de progreso iba mejorando: anos llenos de almorranas, anos delicados: hartos ya de asperezas de las piedras, de las hojas de maíz o de la propia mano, han sucumbido a la suavidad, al frescor, al aroma que les ofrecía nuestro moderno papel higiénico.
Este artículo, que nos ofrece una limpieza de nuestra propia mierda, hace que las visitas al váter sean de lo más satisfactorias y ni siquiera somos capaces de darle las gracias por su labor. Hay diseñadores que se preocupan por que encontremos nuestro baño con un papel con simpáticos dibujos que nos hagan menos dramáticos momentos olorosos, que nos son de las mejores fragancias y que nuestro sentido del humor aparezca cuando corazones, nubes, rosas recorren esa parte del cuerpo llamada posaderas. También existen en el mercado váteres de distintas formas para acoplar con delicadeza nuestras carnes más bajas de la espalda: los hay que hasta incorporan servicio de limpieza con agua, los que se cuelgan en la pared, por si quieres juntar piernas
Sigamos hablando del papel higiénico en los servicios públicos, que algunas veces juega con nuestra paciencia, que si no sale del aparato, que no quedan existencias o porque cualquier desalmado lo ha dejado mojado como en días lluviosos. En fin, que esto del papel está muy bien inventado y que si no estuviera inventado habría que inventarlo como fuera. Que yo cada día le doy las gracias por estar tan cerca, por estar tan suave y por cuidar tan bien de mi parte menos gloriosa.