Aunque hoy en día viajar es algo usual y frecuente, no siempre fue así. Cualquier persona está acostumbrada a desplazamientos continuos por trabajo, pero no el viajante de toda la vida que recorría miles de kilómetros y a ojos de los demás era afortunado por ver sitios y lugares diferentes y relativamente lejanos, sino simplemente para llegar al centro de trabajo; cualquiera que viva en una capital o gran ciudad tendrá que recorrer una distancia considerable para poder empezar su jornada, y emplear una cantidad de tiempo que puede llegar a ser exasperante.
Luego están los viajes de fin de semana, donde es usual ver cómo los viernes por la mañana ya llevan equipaje en el coche y a la salida de los trabajos recogen al resto de la familia y salen directamente hacia su destino, cuando antes eran los famosos domingueros que aprovechaban este festivo para sacar el coche y desplazarse a algún lugar no muy lejano aunque fuese a comer.
Sea como fuere, hoy en día viajar es tan frecuente que se ha convertido en rutina y convierte en bichos raros a los que no salen por vacaciones o en un puente largo. Hay quien recuerda con cierta nostalgia aquellos viajes de antes, incomodísimos, lentos y largos. En la actualidad los viajes, aparte de rápidos y cómodos, son baratos, muy baratos para lo que cabría esperar de algunos destinos.
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