Quien te conoció ciruelo
Una desdeñosa advertencia contra quienes vanidosos y acomplejados pretenden ocultar su cuna…
Gregorio Doval, en su Refranero temático español (Alba, Madrid, 2012), contra quienes vanidosos y acomplejados pretenden ocultar su cuna recoge esta desdeñosa advertencia:
Quien te conoció ciruelo, ¿cómo te tendrá devoción?
Parece ser que la aseveración proviene del caso, versionado por la escritora Fernán Caballero, de un labriego al que le compraron o donó un ciruelo para tallar una imagen religiosa. Finalizada la escultura dicen que el campesino se dirigió a ella de esta manera:
Gloriosísimo San Pedro, / yo te conocí ciruelo / y de tu fruto comí; / los milagros que tú hagas, / que me los cuelguen a mí.
Nuestro abuelo materno, Mateo Amorós Tomás, el del Infierno, contaba una anécdota parecida que igualmente implicaba cierta irreverencia hacia una imagen sacra. En este caso, la de una Inmaculada Concepción; y la madera, de almendro. Y resulta que con la madera sobrante del almendro donado o vendido, el campesino hizo un pesebre –dornajo o tornajo– donde alimentar a su caballería. Por esto, en procesión, dicen que así le rezó:
Purísima Concepción, / hija de mi almendrolar, / del tornajo de mi burra / eres hermana carnal.