Sociedad

«¡Quiero ver a mi hijo!». Un padre de Villena denuncia que la madre de su hijo le impide verlo desde hace más de un año

“Quiero jugar con él, quiero tocarlo, quiero reírme con él, llorar, cantar, ver que vive, conocer sus amigos y progresos en la vida, quiero verle dormir y despertar, compartir penas y alegrías... ¡quiero disfrutar de la bendición que es ser padre!”. Éstas son las palabras con que A.C. terminaba la charla que mantuve con él este domingo pasado. Debe ser muy duro estar en la situación en que se encuentra esta persona curtida en la vida, al pasar más de un año –según él– sin poder estar con su hijo, por lo menos, el tiempo que la ley permita en sus circunstancias.
A.C. nos cuenta que esta odisea comenzó allá por el año 2004 cuando comentó a su mujer su intención de separarse de ella. Entonces, al parecer, su esposa se dirigió a él diciéndole “te voy a hacer la vida imposible”. ¡Y Dios sabe que lo ha conseguido!, nos comenta poco antes de relatarnos los pormenores de este lamentable capítulo que tiene todos los indicios de convertirse en un culebrón que durará el tiempo que la justicia crea conveniente.

Todo comenzó cuando, el día 6 de septiembre de 2006, un vecino le preguntó si su hijo comenzaría el curso en el colegio de La Encarnación, ya que todas las plazas estaban cubiertas, y su nombre figuraba entre paréntesis. Alertado por este hecho se acercó al colegio el 11 de septiembre y le dijeron en secretaría que su hijo estaba en Roma – según les comentó su madre durante el verano de 2006–, y hasta ese momento no se había presentado para el inicio del curso escolar. Es a partir de este momento que dejó de saber sobre su paradero, hasta que el 2 de diciembre tras haber tenido conocimiento del colegio donde su hijo estaban cursando sus estudios, se desplazó hasta la capital italiana, y por mediación de una amiga que habla italiano se acercó al colegio donde supieron que estaba estudiando para felicitarle por su cumpleaños.

A las 16:30 horas se presentó con su amiga en la puerta del colegio. Cuando le vio la madre de su hijo se dirigió a él, gritándole en italiano. Su amiga, conocedora de sus palabras, comenzó a debatir con ella mientras él sentó a su hijo sobre sus rodillas intentando saber algo de su actual vida, quedándose sorprendido cuando él le habló de lo feliz que había sido en las vacaciones de ese año que pasó con él y su hermano en Santa Pola. Separados por su madre en ese momento, intentó hablar de nuevo con él, y después de muchas llamadas concretó con su madre una visita y pudo hablar con él durante dos horas. “¡Eso sí –nos dice A.C.–, con la condición de que ella tenía que estar vigilando a corta distancia (unos dos metros) durante el encuentro!”. “Desde entonces no he vuelto a ver a mi hijo a pesar de las llamadas y mensajes que casi todos los días realizo”, añade.

La cronología de denuncias las enumera, ya muy cansado, A.C. El 14 de septiembre de 2006 interpuso la primera denuncia por la desaparición de su hijo. En octubre del mismo año, presentó una demanda civil para regular las relaciones con su hijo. En mayo de 2007 presentó una querella criminal, tanto por la desaparición de su hijo como por la desaparición de todos los bienes de la casa en la que se quedaron madre e hijo y que, gracias a Dios, ha podido recuperar años después, no sin haber tenido que pagar unas deudas que le amenazaban con la ejecución de la hipoteca. En junio de 2007, al tener conocimiento del domicilio en Italia de su hijo –no gracias a la colaboración de su madre–, interpone una demanda de divorcio, de la que se está en espera de juicio. Y en julio de 2007 fue la última vez que habló con su hijo –por teléfono– notando una cierta animadversión hacia él.

Debido a la denuncia que se presentó por desaparición, tuvo que declarar en la Guardia Civil, y hasta ahora no ha tenido ninguna respuesta de aquellas declaraciones por que hasta hace pocos días no se tenía conocimiento del domicilio de la madre y el Juzgado en lugar de haber actuado de oficio no ha hecho absolutamente nada por intentar resolver este caso. Por eso se pregunta “¿para qué están los fiscales y los jueces?”.

En este momento solamente queda por esperar la regularización de la demanda de divorcio y que se establezcan las medidas legales para que ella le deje ver a su hijo. “A pesar de que ambos han estado en Villena, al menos una vez, que yo sepa el día del cumpleaños del niño (el 2 de diciembre de 2007) –nos cuenta sumamente compungido–, no he podido verlo”, termina relatando. Mientras nos muestra la cama que en su momento compró para la llegada de su hijo, junto a los regalos que tenía preparados para la pasada Navidad. Es entonces cuando la pasión puede con la persona y las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos.

"¡Quiero ver a mi hijo, quiero tocarlo, jugar con él, reírme, llorar..."

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