Rajoy y los asesores de Zapatero
Don Mariano señala con el dedo acusador a José Luís Rodríguez Zapatero de no poner freno a la crisis económica, y advierte que para superarla debería el Gobierno de la Nación no subir los impuestos, reducir el gasto público y prescindir, el señor Zapatero, de su legión de asesores, pues encarecen mucho y rinden poco.
Respecto al primer punto estoy muy conforme, pues una vez más toca a la clase media y a los sectores menos favorecidos hacernos cargo de una crisis que ni hemos inventado ni suscitado. A quienes tengamos nómina se nos caerá el pelo a partir de julio del año que viene; mientras tanto los auténticos generadores de la crisis, los especuladores y profesionales del pelotazo, seguirán inmunes al despilfarro y a cualquier control. Serán éstos mismos sinvergüenzas los que se apresuren a seguir ejerciendo su afinado oficio: blanquear el dinero y recolocarlo en los paraísos fiscales. Echo aquí en falta, por tanto, una mayor dotación de inspectores de Hacienda, no para sablear a la clase trabajadora, sino para meter en la cárcel a tanto fantoche suelto.
El segundo punto es rebatible, pues correspondería al propio Rajoy explicar con detalle qué apartados del gasto público deberían recortarse. Y que lo diga bien alto para que los seguros afectados sepan, con las cartas boca arriba, qué intenciones hay detrás de un discurso, sin riesgo alguno, con responsabilidad secundaria y desde la oposición.
Y en cuanto al tercer punto, aludiendo a los asesores, también estoy de acuerdo. Pero que sean los de un lado y los del otro. Porque para afirmar y criticar esos argumentos debe uno aplicarse el cuento y predicar con el ejemplo. Dicho sea de paso en las comunidades gobernadas por el PP existen organismos oficiales, igualmente, rebosante de asesores, no sabemos bien de qué, ingresando mensualmente hermosos sueldos. Por ejemplo, en las diputaciones y los ayuntamientos.
Sin ir más lejos y como botón de muestra muy cercano, entre las personas de confianza de nuestro Ayuntamiento de Villena se encuentra un hermano de nuestra alcaldesa y otros enchufados a los que se les debe algún favor, como los secretarios de alcaldía o como el eminente y brillante asesor de ocio. Y así se funciona también en la Diputación Provincial. Repleta de gentes a los que hay que volver a acomodar tras su inmaculada gestión en los ayuntamientos, haciendo poca cosa o ninguna con remuneraciones que superan, con creces, los dos mil euros.
Reseñaré por ejemplo que en las instalaciones de nuestra Comunidad General de Usuarios la Diputación ha alquilado unos espacios para su uso y recreo. En estas dependencias se encuentra la Agencia Gestora del Vinalopó y por lo visto se realizan allí algún que otro curso y otras actividades diseñadas por la Diputación. El personal que coloca las sillas, prepara el proyector, pone a punto la pizarra y pasa lista a los alumnos son personajes de renombre que tienen que ganarse el sueldo. Y si hay poco aforo se sientan entre los asistentes para hacer bulto, perdón, grupo. Por lo menos puede servirles, su obligada y bien pagada asistencia, para ilustrarse.
Es un digno trabajo que podría realizar un digno conserje, pero no; lo realizan personas que no entienden sobre la caducidad de la política y ruegan e imploran su continuidad, aunque sea en cualquier puestecico. Así ejercen ahora en esta Agencia, o han actuado, por ejemplo: Antonio Martínez Vicente, suegro de Celia y ex-concejal de nuestro ayuntamiento; Juan Antonio Vidal, Director Gerente y muy vinculado profesionalmente a Mari Carmen Jiménez, Vicesecretaria de la Diputación; Ramón Belda, ex-alcalde de Biar; José Rozalén, ex-alcalde de Onil y hoy en el Ceder Aitana; Blas Mataix, ex-candidato a la alcaldía de Salinas por el PP o un hermano de Clara Abellán, vecina de Villena y que fue Directora General del Consejo de la Mujer.
Le doy la razón a Rajoy, claro que sí, pero que no mire a un solo frente. Bajo su poder pululan también centenares de asesores que, si se prescindiera de ellos y con el ahorro que ocasionaría, las clases medias pagaríamos menos impuestos y las más desfavorecidas pasarían menos necesidad. Ya sé, por otra parte, que ni Celia ni Rajoy van a recoger mis peticiones. Pero yo, que seguiré pagando mis impuestos, tenía que contarlo.