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Raúl Bravo, triunfador en la corrida concurso de Yecla

Podría comenzar esta crónica enumerando los defectos encontrados a estos voluntariosos novilleros. Sólo contándoles las carencias del villenense tendría para escribir un buen rato. Pero por el momento esperaré a que prosiga con su aprendizaje y para tocarle las narices esperaré a que sea figura del toreo. Mientras tanto voy a manifestar la satisfacción que siento por las sensaciones que transmite cada tarde, por las buenas maneras que apunta, por la enorme afición que tiene, por su bondad como persona y su ortodoxia como torero, así como por el tirón que tiene entre los buenos aficionados de Villena. A Yecla acudieron para verlo torear unos quinientos.
A Raúl Bravo le gusta empezar la corrida muy temprano porque ir al apartado, al sorteo y al enchiqueramiento, lo relaja, le ayuda a templar los nervios y a mitigar el miedo. En el coche, camino de la Plaza, no abre la boca y su rostro visto desde el retrovisor es un poema. Pero en los corrales, tras encontrarse con su cuadrilla, admirar las reses y percibir el afecto de los aficionados, se vuelve dicharachero y cuenta –por ejemplo– cómo estuvo entrenando de salón hasta bien entrada la madrugada, o como Paco Rabal hablaba sobre el miedo de los toreros en la preciosa serie televisiva Juncal. Después de una ligera comida con los compañeros y algunos amigos, le toca quedarse solo a pasar el trago, descansando frente a la silla donde está el terno que lucirá después de la siesta.

Dado que se trató de una corrida concurso, en principio hubo un novillo por coleta y el jurado compuesto por los ganaderos, el matador de toros Rubén Pinar, José Abellán –Presidente de la Peña Taurina Yeclana– y el periodista Guillermo Lorente, declararon a Raúl Bravo como triunfador y fue premiado con la lidia del sexto novillo.

No comenzó la historia con buen pie, puesto que salió a los medios para hacer el quite reglamentario al novillo anterior al de su turno, y allí sufrió una fea cogida sin consecuencias que le propinó el mansurrón de Frías. Después su primero salió muy suelto, sin fijeza y rematando en las tablas con la cara muy alta. Pudo pararlo en los medios andándole hacia atrás y templando mínimamente su embestida. Lo justo para obsequiar con dos verónicas y media a un público que puso en pie para ovacionarlo. Tras el tercio de banderillas quedó el novillo muy mermado de fuerzas y el diestro tuvo que basar la faena en el toreo a media altura para evitar las caídas. A los sones de Nerva y entre el calor de los aficionados comenzó a torear en redondo en el tercio, para ir saliéndose a los medios y al natural con un animal de mucha clase pero que se quedó como un marmolillo.

Sin embargo, a Raúl le funciona muy bien la cabeza y se sacó de la manga unos alardes –como el pase circular y las trincherillas– que hicieron subir la temperatura de la caldera. Lo igualó con unos ayudados por alto que remató con el kikirikí y ejecutó la suerte natural.

Toreó al del premio con luz artificial, un novillo que salió barbeando las tablas y convirtiendo su querencia al olivo en un arma muy peligrosa, que puso en serios aprietos a todos los banderilleros. Brindó a Adrián Velasco y se lo sacó a los medios doblándose con él en un inicio de faena torerísimo. El novillo humillaba con calidad pero se defendía y tardó en producirse el acoplamiento en una faena con altos y bajos. Destacaron sendas series con la mano muy baja, la virtud de haberlo llevado muy toreado y de haber sido capaz de mantenerlo en los medios. Raúl Bravo finalizó toreando a placer en el epílogo de la faena, como si estuviera él solo en la Plaza, con un gusto exquisito y ortodoxia, todo ello rematado con unos pases por alto al hilo de las tablas y en el espacio de una moneda. Culminó su presentación en la Plaza de Toros de Yecla, saliendo a hombros por la Puerta Grande a los gritos de ¡Torero, torero, torero…!

Ficha de la corrida
Plaza de Toros de Yecla. Domingo 16 de septiembre de 2012. Un tercio de entrada en tarde muy calurosa. Raúl Bravo hizo el paseíllo desmonterado por ser nuevo en esta Plaza.
Novillos de Nazario Ibáñez (1º, 4º y 6º) y de Luis Frías (2º, 3º y 5º) desiguales de presentación, muy mansos los de Frías y flojos en general. El cuarto –nº39– tuvo buen tranco aunque estaba inválido y el sexto –nº25– resultó peligroso.

Samuel Rodríguez, de verde y oro. Estocada trasera, oreja.
Eduardo Navarro, de rosa y oro. Estocada tendida y descabello, saludos.
Adrián Velasco, de purísima y oro. Pinchazo y media, oreja.
Raúl Bravo, de grana y oro. Estocada y dos orejas en el de lidia ordinaria (nº 39). Media estocada y dos orejas, en el que lidió como premio (nº 25). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Gerardo Rivera, de azul pavo y blanco. Media estocada, oreja.

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