¡Rebélate contra la pobreza! Más hechos, menos palabras
Bajo este lema se convocaban días atrás distintas movilizaciones para recordar a la ciudadanía algunos de los compromisos que en el año 2000 Gobiernos y Estados acordaron en lo que se llama la Declaración del Milenio de Naciones Unidas, como un primer paso para erradicar el hambre y la pobreza.
Al paso que vamos, por ejemplo, la meta de reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre se cumplirá dentro de 145 años y no para 2015, tal como se había acordado. Igualmente la reducción en dos terceras partes de la tasa de mortalidad de los niños y niñas menores de 5 años no se cumplirá hasta el 2045, lo que supondrá no poder evitar 41 millones de muertes infantiles. El panorama que se nos presenta es catastrófico:
50 millones de infectados con el VIH y la gran mayoría sin ningún tratamiento ni atención.
800 millones de personas no tienen acceso a la comida suficiente para alimentarse.
1.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable.
10 millones de niños y niñas mueren antes de cumplir los cinco años por causas evitables.
El 70% de las personas pobres del Planeta son mujeres, y el 75% campesinos y campesinas.
Todo esto hace que hoy, más de 3.000 millones de personas carezcan de una vida digna a causa de la pobreza, el hambre, el SIDA, el analfabetismo, la discriminación de mujeres y niñas, la depredación de la naturaleza, el desigual acceso a la tecnología, los desplazamientos masivos a causa de los conflictos, las migraciones provocadas por la falta de equidad en la distribución de la riqueza a nivel internacional... Son las diferentes caras de un mismo problema: la situación de injusticia que sufre la mayor parte de la población mundial.
A pesar de estas terribles cifras, la ayuda de los países enriquecidos ha disminuido un 25% en los últimos 15 años; el compromiso del G-8 de cancelar la deuda externa a los 18 países más pobres sigue sin cumplirse; el gasto militar en el mundo llegará a ser quince veces mayor que la ayuda internacional; los Presupuestos Generales del Estado de 2006 comprometieron tan solo un 0´35 % para Ayuda Oficial al Desarrollo.
Algunos planteamientos de cambio pasarían por:
- Más y mejor ayuda oficial al desarrollo, priorizando a los sectores sociales básicos, hasta alcanzar el compromiso del 0,7%.
- Cancelar la deuda impagable: cancelar el 100% de la deuda de los países más pobres e invertir en desarrollo lo obtenido por la cancelación de la deuda de los países que sí pueden hacerlo.
- Cambiar las normas del comercio: eliminar subvenciones que permiten exportar los productos de los países ricos por debajo del precio de coste de producción, dañando el sustento de las comunidades rurales en los países empobrecidos.
- Proteger los servicios públicos asegurando los derechos a la alimentación y de acceso al agua potable, a medicamentos esenciales y a la tecnología.
una concepción de la economía que garantice, a nivel internacional, la distribución equitativa de los recursos y responda a la conciencia de interdependencia, económica, política y cultural, que ya une definitivamente a los pueblos entre sí (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 373)
¿Y nosotros y nosotras qué podemos hacer para superar esta situación? Procurar un estilo de vida más sencillo que propicie un consumo más responsable y acorde con las necesidades. Y una mayor cercanía y acogida hacia los inmigrantes, percibirlas como personas que se han visto obligadas a abandonar su tierra y su familia en busca de unas condiciones de vida y trabajo más dignas.