Recortes mortales
Siento tu presencia aunque no estás. Siento latir tu corazón a través del mío. Siento tu aliento, tus ánimos. Te siento, aunque no estés aquí, conmigo, con los tuyos, es decir, con los nuestros. Cogiste, desafiando al oleaje, un velero que te ha llevado al cielo, con tus nuevas vecinas, las estrellas, que brillan cada vez con más fuerza. Te marchaste, como se han marchado muchos por culpa de esa enfermedad que llega sin avisar y que saca su guadaña sin mirar razas, edades y estatus sociales. ¿Por qué esta pequeña reflexión? Vayamos por partes.
España es, o por lo menos lo era, uno de los países donde se avanzaba, aunque a ritmo de tortuga, para tratar de lograr algo que lograra, si no vencer la enfermedad, sí hacerla menos letal. Para más señas, ahora resulta que el Gobierno central y autonómico han decidido incluir en los recortes sanitarios a la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO), situado en Valencia, muy cerquita de la antigua Fe. Antonio Llombart, presidente de esta fundación, recordó hace unas fechas la importancia de seguir destinando recursos a la investigación y a los tratamientos, ya que cada año se diagnostican 200.000 nuevos casos de cáncer en España. ¡200.000, nada más y nada menos!
Y es que la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer (AECC) considera que está «aligerando los gastos de la Generalitat» en la lucha, por ejemplo, contra el cáncer de mama, ya que es la entidad privada que más dinero dedica a la investigación, alrededor de seis millones de euros, frente al recorte de 600 millones de euros que en este área ha realizado el Gobierno central. Está claro que el cáncer de mama es tan importante como otros, pero habrá que equiparar las ayudas. Pues no.
Esto está pasando en varias comunidades más. Por poner un ejemplo, y tirando de hemeroteca, en Andalucía, los enfermos comienzan a sentir en sus propias carnes los recortes. Hace unos días fueron numerosos los pacientes oncológicos que se quejaron de la larga espera que tuvieron que soportar para recibir su tratamiento de quimioterapia debido a que una de las máquinas que los prepara debe compartir su tarea con el servicio que presta a otras áreas del hospital, como urología o cardiología. Normalmente estos enfermos esperan unas cuatro horas para ser atendidos, mientras que en ese día tuvieron que estar a la espera al menos diez horas, horas que no hacen más que retrasar una posible curación. ¡Es para mear y no echar gota!
Sé que estas palabras van a ser duras. No me gustaría que ningún miembro del gabinete o lo que sea, donde han tenido la brillante idea de recortar en ayudas contra la curación del cáncer, sientan de cerca la enfermedad de un familiar. Creo que, a pesar de ello, no cambiarían de opinión, pero internamente clamarían al cielo.
De todos modos, toda esta palabrería no va a devolverme a mi hermano de 36 años, estén los que estén en el poder. Volviendo al comienzo de este pequeño alegato, quiero decirte, hermano, que siempre estás con nosotros; y que tus cenizas, acompañadas de una Jacaranda, están ayudando para que el árbol brote fuerte, sano y robusto. Tal y como eras tú, y tal y como lo sigues siendo en mi corazón. Salud.
Fdo. José Manuel Penadés