Estación de Cercanías

Recuperar el futuro

El pasado día 3 de abril se cumplieron 30 años de las primeras elecciones municipales en España, y con la excusa de dicho aniversario algunos medios de comunicación recogieron los recuerdos y anécdotas que aquel lejano 1979 dejó en aquellos que fueron los y las primeras autoridades municipales votadas.
Aquellos que miraron de frente al vértigo del compromiso sin muestra cercana, a la valentía de asumir su responsabilidad a sabiendas de lo que se cocía por aquel entonces y la ardua labor de recuperar para la población lo que siempre nos ha pertenecido, nuestros municipios. Muchos fueron los puntos de vista diferentes que nos dejaron los concejales y alcaldes que tuvieron el valor de sostener tan pesada vara de mando y ser voces discordantes, y muchas las diferentes y curiosas, en muchos casos inconcebibles en nuestros días, experiencias y opiniones que sostenían.

Pero el vínculo que los unía mostró su rostro con prontitud y, aparte de las penurias pasadas por recuperar el estado de abandono en el que se encontraban muchas poblaciones tras 40 años de olvido y desgaste, el hilo conductor de sus semejanzas fue sin duda la perplejidad e incomprensión que mayoritariamente mostraron hacia las nuevas fórmulas de gobierno municipal que muchos políticos locales están aplicando en sus gestiones. Contaba la alcaldesa de un pequeño municipio costero que jamás pasó por su cabeza el uso de fondos comunes para el enriquecimiento personal, que su motivación nacía de poder conseguir para sus vecinos y vecinas aquellas carencias que más urgía reponer y que su vida política fue motivada por un convencimiento personal de superación y la integridad de cumplir con lo prometido. Valores estos que podían aplicar pues, como bien matizó esta mujer, nada se sabía de pelotazos urbanísticos o de favores millonarios a las siglas representadas que deben ser devueltos, en compensación, con prebendas que todos conocemos a la perfección hoy en día.

Desconocidos compañeros de viaje que les dieron la facultad y la gracia de llegar a sus sillones libres de cargas, sin mochilas a las espaldas en las que guardar, por estricto orden de entrada, sucios trapos amontonados en espera de que los últimos tapen a los primeros y con ello que el olvido que el tiempo concede, y que los buenos partidos opositores deberían remover para refrescar, pero actualmente, y hablo de mi ciudad, muchos son los excursionistas cuatrienales que, portadores de macutos cada vez más pesados, más difíciles de portar y por lo tanto mayores consumidores de fuerzas, razones y libertades con las que presentar batalla para sus ciudadanos o votantes según el momento, se deben a lo que acarrean, dejando en su lugar un camino de incredulidad, una secuela de desgana y un reguero de infidelidad que difícilmente van a poder enmendar.

Pero para todo hay un momento y últimamente vengo oyendo, todavía en voz baja, todavía como un susurro, pero con frecuencia, la palabra revolución y la necesidad de dar el puñetazo en la mesa, o mejor, de voltearla, para intentar poner fin a este fiasco. Sé, porque me cuentan, que en Villena algo se está gestando en este sentido y que ciudada@s hartos de tanto mamoneo y de tanta incoherencia entre la palabra ofrecida y los hechos consumados han decidido pasar a la acción y buscan gentes que hagan saltar los plomos. Profesionales como tú, o inconformistas como yo, o luchadores como otros muchos que creamos en que si torres muy altas cayeron cualquier empresa por osada que parezca es posible. Si esto es así, y seguiré informando, estamos de enhorabuena, pues solo saber que alguien sin equipaje quiera decir ¡basta!, de otra forma es posible, es un sí mismo un gran logro.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba