Reinventando las Mil Pesetas
Escuchaba a Loquillo en una de las entrevistas que concedió para presentar el pack con sus mejores momentos, decir que el Rock & Roll será la música clásica del futuro. Una idea que tras ocasionales reflexiones no me parece tan alocada, tan ligera, como podía resultar en principio. Y es que es difícil situarse en el propio espacio-tiempo y mirar hacia el pasado, y asimilar el presente, y conseguir establecer los logros de nuestro tiempo dentro de una línea temporal que abarca cientos de años. Quizás Loquillo tenga razón. Pero si la tiene veremos primero al Jazz situarse en la categoría de música clásica tal vez lo estemos viendo ya.
Sea como sea lo que el futuro guarde de nuestros días, afortunadamente Villena sigue contando con el Club de Jazz de las Mil Pesetas para sustento de espíritus ávidos de disfrutar de la música en directo. Una asociación decana que vuelve a contar con Alfonso Querol como presidente, arropado por un sólido equipo de trabajo. Y no es hablar por hablar si destaco el regreso de Alfonso a la primera línea de la asociación. Porque sin menosprecio por la labor de las personas que lo sucedieron, hemos de reconocer que el empeño y dedicación, el amor de Alfonso por la labor del Club, parecen generar y transmitir una energía que al instante se transforma en revolución.
Ahora con su regreso el Club busca renovarse, reinventarse, corregir antiguos errores, insistir en su labor pedagógica (se podría decir si hablamos de acercarnos al Jazz o de crear una relación entre público e intérpretes). La asociación de las Mil Pesetas busca reinventarse, sin necesidad de adaptarse a nuevos tiempos o nuevas gentes, sino para continuar creando expectativas, para continuar ofreciendo unas tablas a los grupos de jazz que circulan por nuestras tierras y a otros más alejados, para que Villena cuente con una cita mensual donde reunirse en torno a la música, para continuar siendo una referencia dentro del panorama cultural. Y esta sangre renovada ya da muestras de interés por parte de la ciudad. No sólo se constata al ver la ilusión en el rostro de los socios y las socias, ni en las nuevas incorporaciones que el Club ha tenido en las últimas semanas, se respira también en el ambiente. Porque se ha generado esa magia que llama a participar en ese proyecto cultural abierto a cualquier persona interesada.
Es uno de esos pocos motivos de alegría que en los últimos tiempos tiene nuestra ciudad. Una apuesta que dentro del inmovilismo cultural de Villena quiere dejar de ser más de lo mismo. De modo que crucemos los dedos con la esperanza de que estén llegando nuevos aires a nuestra cultura. De modo que toda la suerte para el Club de Jazz y que cien años viva.