Réquiem por un concurso
Pensaba dejarlo pasar, que al fin y al cabo estas cosas nos importan sólo a cuatro románticos, pero lo cierto es que cuantas más vueltas le doy al tema más me indigno, porque lo que ha pasado con la última edición del certamen de narrativa clama al cielo.
Para empezar a llamar a las cosas por su nombre, hay que decir que Francisco Montilla, por muchas culpas que se quiera echar encima en la hora de su despedida, no ha tenido responsabilidad alguna en un desaguisado cuyo responsable se llama Juan Rubio, técnico de Juventud del Muy Ilustre y Secretario de un jurado cuyos miembros mejor se podían haber quedado en su casa.
En el señor Rubio recae la responsabilidad de no haber velado por el cumplimiento de las bases que la propia organización del concurso estipuló, permitiendo que los miembros del jurado que también podían haber dicho algo de haberse tomado la cosa mínimamente en serio fallaran un certamen que, en esas circunstancias, nacía ya tocado de muerte. La gota que colmó el vaso fue el anuncio en privado a los ganadores y en público mediante nota de prensa del fallo del jurado, un fallo que debió rectificarse con posterioridad. Imaginen la cara que se les quedaría a los ganadores. La ilusión y las expectativas de la gente rotas por la ineptitud de ciertas personas. ¿Cómo se puede jugar de esta manera con nuestros jóvenes, adultos y mayores?, podíamos leer en un foro de nuestra página web. Suscribo al 100% las palabras de su autor, e intuyendo quién es le mando desde aquí un abrazo y le animo a continuar, porque ésta no va a ser la Última oportunidad, ni mucho menos. Para rematar la faena volvemos al jurado, que salvo alguna honrosa excepción ha dejado mucho que desear, dicho sea de paso. Su última decisión, dejar todo tal y como está después de lo que nos había costado ponernos de acuerdo, habla bien a las claras de lo que pasa ahí dentro: A nosotros no marearnos más, que ya nos habéis jodido bastante.
Así las cosas, creo que sólo queda invalidar el concurso. Anularlo totalmente, coger el dinero presupuestado y dárselo al Asilo, a APADIS o a cualquier otra asociación decente, porque la chapuza de este año no ha sido más que la guinda a una serie de despropósitos que, invariablemente, han rondado a este certamen en los últimos años. Y mejor lo dejamos ahí, que si nos extendemos hablando de retrasos y ediciones de revistas van a caer palos a diestro y siniestro.
Aprovechando que tenemos nueva Corporación, ha llegado el momento de decidir si queremos tener un concurso de narrativa serio o no, porque para seguir haciendo el imbécil conmigo que no cuenten. Por ello, si Juventud quiere hacer algo para adolescentes, adelante. Si Bienestar Social quiere hacer lo propio con los jubilados, todo para ellos. Pero si tenemos que hacer un concurso literario como Dios manda, ya está bien de divisiones incomprensibles. Que Cultura sí, Cultura convoque un concurso abierto a cualquier residente en España mayor de 18 años (¿qué coño es eso de que a los 35 ya no se puede participar?). Que se busque un jurado cualificado, y no meras aficionadas a la lectura, y se ponga al frente a una persona solvente con voto de calidad, lo mismo un escritor que un profesor universitario o un periodista de prestigio, para garantizar que prime la valía literaria y no el chorra-mensaje social de turno. Que se establezcan unas bases sensatas y que alguien vele por su cumplimiento. Y si no, que dejen de marearnos y hacernos perder el tiempo, que ya lo hemos perdido bastante.