Sociedad

Residencial “Villena Hills”: Historia de un fracaso colectivo (I)

Tras conocer la denuncia referente a la urbanización Villena Hills, EPdV ha querido constatar los hechos y hemos comprobado que todo lo denunciado se ajusta a la realidad, pues la urbanización y su entorno presentan un estado de abandono y degradación lamentable.
Ignacio y Mª Belén, una joven pareja, son uno de los 11 propietarios que adquirieron su vivienda en Villena Hills, 100 viviendas la mayor parte de las cuales jamás tuvo comprador. Procedentes de Madrid, un traslado laboral les hizo fijarse en Villena Hills, cuyos precios y relativa proximidad con el lugar de trabajo de Ignacio, unidos a un entorno “tranquilo” y la cercanía de la naturaleza y de un barrio “popular” con un completo polideportivo acabaron por convencerles, pues ya conocían la urbanización a través de la web de Grupo Basgra, donde todo parece maravilloso. “La primera comercial con la que tratamos –porque hubo hasta 7 en año y medio– nos vendió la moto”, confiesan. “No somos de Villena, no conocíamos a nadie y la empresa nunca nos explicó la realidad del barrio San Francisco”.

Comienzan los problemas
Comprada su vivienda el 8 de agosto de 2005, y tras solicitar algunas reparaciones, el 18 de enero de 2006 Ignacio remite el primer e-mail adjuntando un listado de arreglos pendientes –alicatados y juntas mal puestos, grietas, olores, conexiones de agua, humedades, zonas comunes abandonadas…– a un comercial de la empresa. Siempre recibe buenas palabras: “en unos días iremos, lo tenemos previsto, etc.”. El 19 de mayo remite otro e-mail, a otra comercial, y poco después un burofax a Iván Losada, director general de Belqueba S.A., promotora de la urbanización y parte de Grupo Basgra, en el que se le insta a reparar los desperfectos a la vez que se le anuncia una posible toma de medidas legales.

Suma y sigue
Aunque se consiguen algunos arreglos –las ventanas, por las que entraba el agua cuando llovía, o el suelo, cuyo mal estado obligó a poner tarima–, las reclamaciones continúan, pero es como clamar en el desierto. El 3 de mayo de 2007 se presenta una queja en la Oficina Municipal de Información al Consumidor de Villena (OMIC), sin que por el momento haya servido para nada.

Sin cejar en su empeño, acaban dirigiendo dos instancias al ayuntamiento de Villena: reclamando contenedores para la basura (tardó más de un año en ser atendida) y denunciando los continuos vertidos ilegales que se hacen tras la urbanización, zona pública totalmente abandonada donde hay escombros, ratas, jeringuillas y cualquier otro desperdicio, una escombrera utilizada para cambiar el aceite o abandonar coches robados, y todo ello acompañado por un continúo trasiego de drogodependientes que se dirigen al Barrio San Francisco a adquirir sus dosis, que en muchos casos pagan con los artículos robados en las 80 casas vacías de la urbanización –microondas, vitrocerámicas, contadores, bañeras, retretes, etc. De hecho, la zona está totalmente abandonada por la administración, puesto que “no existe un servicio regular de limpieza ni presencia policial”, precisan. En nuestra casa no han entrado a robar –nos relatan–, “pero uno no deja de pasar miedo cuando se va a trabajar y deja a su mujer sola en casa con todo este panorama”, afirma Ignacio. Para colmo, y en una urbanización totalmente vacía, les colocan en la casa de al lado a un grupo de temporeros extranjeros –más de 20 en una vivienda, aseguran– con, dicho eufemísticamente, “graves problemas para convivir en sociedad”, poniendo como ejemplo que, al no tener lavadora, se meten en la piscina con la ropa puesta al volver del trabajo para limpiarla.

“Desamparo total”
Lejos de unirse todos los vecinos para plantear una batalla común, “cada uno ha ido a la suya y algunos han preferido pagar sus propias reparaciones antes que meterse en más líos”, señalan. Así, decidieron emprender la guerra por su cuenta, pero su situación económica –Belén está en paro y con un sueldo hay que hacer frente a la hipoteca y al resto de gastos– les impide contratar a un abogado. Por ello, recurrieron al Colegio de Abogados de Alicante para solicitar uno de oficio, obteniendo por respuesta (certificada y por escrito) que dado su nivel de renta –“¡somos ricos!”, ironiza Ignacio– no tienen derecho al mismo.

Por todo ello, Ignacio piensa que “somos unos pringados en una situación de desamparo total. Nos la han colado, y como sólo nos queda el derecho al pataleo, lo único que pretendemos es que nadie más caiga en este engaño”. Es entonces cuando EPdV le comunica que, tras hablar con el subdirector general de Grupo Basgra, conversación de la que les daremos cuenta en nuestra edición de mañana, éste afirma que la empresa “se siente engañada y ha perdido mucho dinero”, a lo que Ignacio responde rotundamente: “No me sirve esa excusa: si les han estafado a ellos, no tienen derecho a estafarnos a los demás para compensar sus pérdidas”.

Nota de Redacción: Mañana, en Elperiodicodevillena.com, segunda entrega del reportaje “Villena Hills: Historia de un fracaso colectivo”.

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