Si la semana pasada hablábamos de libros sobre cine, ahora le toca el turno a otra manera de aproximarse de forma didáctica al séptimo arte pero esta vez desde el mismo ámbito de lo audiovisual. Me refiero, claro está, a los documentales; y concretamente, hoy quiero recomendarles dos que están profundamente relacionados entre sí y no solo por tratarse ambos de sendos relatos en primera persona.
El primero es Los Rossellini, que como su título indica no es sino un retrato coral de la gran saga familiar encabezada por el gran cineasta italiano Roberto Rossellini. El documental arranca con imágenes de archivo grabadas durante el funeral de quien está considerado como uno de los artífices del neorrealismo italiano (junto a De Sica y los tempranos Visconti y Fellini). A partir de ahí, uno de los nietos del autor de Germania, anno zero, Alessandro Rossellini (que ejerce de coguionista y codirector del film), recorre la historia de una estirpe marcada por lo que él llama rossellinitis: una suerte de dolencia definida por el pesado yugo que supone ser descendiente de quien a la postre sería definido como el padre de la modernidad cinematográfica incluso antes de que llegasen su compatriota Antonioni, John Cassavetes y los pupilos de la nueva ola francesa.
A lo largo de este documental verdaderamente apasionante el espectador descubrirá las idas y venidas sentimentales y profesionales de los hijos y nietos de Rossellini: desde el primogénito Renzo, director frustrado reconvertido en productor de Fellini, Scola y Herzog, hijo de la primera esposa del realizador y padre de Alessandro; a los descendientes de su tercera esposa, colaboradora india durante la estancia del cineasta en aquel país. Y entre unos y otros, claro está, el episodio más conocido de toda esta historia: el romance, matrimonio y posterior divorcio de Rossellini con Ingrid Bergman, estrella del cine de Hollywood que lo abandonó todo en Estados Unidos -esposo e hija incluidos- para marcharse a Italia a trabajar con el poeta de la imagen cuyas primeras películas le habían causado una gran conmoción. No obstante, quien a la postre se revela como el gran protagonista de la película es el propio Alessandro Rossellini, alejado del glamur y el oropel que ha marcado a la mayoría de los descendientes del patriarca -con la exmodelo y actriz Isabella Rossellini como el miembro más popular del clan-, y cuya vida ha estado marcada por su dependencia tanto de las drogas como del apoyo económico puntual de sus familiares más célebres; un cineasta tardío que se define a sí mismo como el menos famoso, el menos guapo y el menos rico de todos los Rossellini, pero que finalmente se convierte en el elemento aglutinador que mantiene unida a la familia tal y como revela la parte final de este fascinante documento.
A aquellos amantes de los iconos de la edad dorada de Hollywood a los que la presencia de la gran actriz sueca en Los Rossellini les sepa a poco siempre podrán recurrir a Ingrid Bergman: Retrato de familia, que como el anterior documental parte de material de archivo: los diarios y las grabaciones caseras que la protagonista de Casablanca realizó y almacenó durante décadas. En esta ocasión estamos ante una producción de verdadera envergadura: la voz en off pertenece a la actriz sueca Alicia Vikander, que resucita los pensamientos y reflexiones de Ingrid Bergman en nuestro tiempo presente; la música la pone Michael Nyman (sí, el de El piano); y cuenta con la aparición de figuras de tanto relumbrón como Liv Ullman o Sigourney Weaver. Con estos mimbres de primera calidad, el film recorre toda la carrera de su protagonista principal desde sus primeros pasos en su país natal hasta su regreso allí para trabajar con el gran Ingmar Bergman -les recuerdo que pese al apellido común no eran familia- en el que sería el último trabajo de ella para la gran pantalla: Sonata de otoño; pasando por sus primeros éxitos en Hollywood de la mano del productor David O. Selznick; sus Oscars por Luz que agoniza y Anastasia; sus tres colaboraciones con Alfred Hitchcock, incluyendo una obra maestra incontestable como Encadenados; y, por supuesto, su periplo italiano al lado de Roberto Rossellini.
“Querido señor Rossellini: He visto sus dos filmes, Roma, città aperta y Paisà, que me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca, que habla el inglés perfectamente, que no ha olvidado el alemán, a quien apenas se entiende en francés y que del italiano solo sabe decir ‘Ti amo’, estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted.” Así rezaba la escueta y muy sugerente misiva que la intérprete, que acababa de trabajar por tercera vez con el Maestro del Suspense en Atormentada, envió al autor de estos títulos fundamentales del cine neorrealista. Tal y como relata el director de este documental sobre la actriz, su compatriota Stig Björkman -a la sazón una autoridad en Bergman (pero no en esta, sino en el otro)-, la reunión entre ambos no tardó en producirse, y durante el rodaje de Stromboli empezaron una relación sentimental y ella se quedó embarazada. El resto, como suele decirse, es historia: cinco películas más y otros dos descendientes, niñas gemelas (la mediática Isabella y la discreta Ingrid), que se sumaron al primogénito Roberto, alias Robertino o Robin. Y tal y como muestran ambos documentales, tanto el padre como la madre dedicaron mucho más tiempo y atención a su carrera profesional (juntos y por separado) que a su cada vez más numerosa prole.
Precisamente, sobre este último aspecto incide la película que decidí visionar tras disfrutar de ambos documentales, y que es la que me faltaba por ver de la considerada como una trilogía de obras maestras que Roberto Rossellini e Ingrid Bergman rodaron juntos. Como me esperaba, Europa ‘51 no me ha impactado tanto como Stromboli y Te querré siempre, pero me ha parecido muy superior a Ya no creo en el amor... cinta esta de la que no comulgo con algunos recursos, especialmente el uso de una voz en off demasiado machacona para mi gusto. Pero volviendo al film que fue conocido aquí como Europa 1951: como les decía, esta cinta refleja precisamente la dejación del deber paternal en beneficio de otras actividades. Y no creo caer en el spoiler cuando, cumplidos los setenta años de su estreno en 1952, señalo que el núcleo narrativo de este film cuya música compuso Renzo Rossellini (hermano menor del realizador) parte del suicidio del hijo de la protagonista; la cual, consumida por la culpa al considerar que no le prestaba la atención que el niño requería, decide volcarse en realizar acciones humanitarias como medio de expiación.
Resulta curioso que Rossellini, también responsable de la financiación del film en colaboración con dos productores italianos tan legendarios como Carlo Ponti y Dino De Laurentiis, escribiese un guion como este y crease un personaje como el de Irene Girard para el lucimiento de su segunda esposa, y ni uno ni otro se diesen cuenta de que repetían el mismo pecado de la protagonista no ya antes sino también después de aquel 1952 en que Europa ‘51 llegaba a los cines. Al parecer, ser no ya un genio de la gramática fílmica sino también un superdotado a la hora de reflejar la complejidad de la condición humana basada en la observación de los demás, así como la capacidad de una gran actriz a la hora de meterse en la piel de los otros, no implica necesariamente conocerse bien a uno mismo.
Los Rossellini está disponible en Movistar+; Ingrid Bergman: Retrato de familia y Europa 1951 están disponibles en Filmin.