Cultura

Revelaciones rebeldes

El pasado sábado asistimos a la charla Rebelarse vende, la primera de las convocatorias organizadas por las asociaciones Jóvenes Verdes y Universitarios Progresistas. Asistimos nosotros, que no tuvimos más remedio, y un cuantioso público formado por gentes venidas de todos los confines –así, a lo exagerado–, a quienes debemos nuestro profundo agradecimiento y nuestra disculpa por no amenizar más la velada. Pese al gran número de asistentes, gracias Nieves por tu presencia, no parece haber quedado del todo claro el asunto que nos concernía puesto que todavía son muchas las queridas personas que me abordan en las sucias calles para preguntarme por el asunto, incluso las hay que me paran en las calles limpias, u otras más pequeñas, impertinentes y canosas que me asaltan en mi propio terreno para tratar el asunto. Es obvio por tanto que no tengo otra que dar breves pinceladas de los conceptos básicos que tratamos.
En primer lugar referirme al dichoso librito que da título a la Mesa Redonda donde dos señores tratan sobre la explotación mercantil de las actitudes rebeldes: camisetas del Ché y demás. Para entonces adentrarnos en los temas que todavía quedan pendientes pese a las vueltas que se dieron entorno: cultura, contracultura, cultura y política, etc. Temas que quizás no quedan del todo claros en la sociedad en que participamos. Así diremos que Cultura viene a referirse no sólo a las manifestaciones artísticas de hoy, ayer y siempre, sino que recoge los modos y usos de las diferentes sociedades. Es entonces comprensible que la contracultura sea un movimiento de oposición a ciertas formas de organización o al uso que se da por ejemplo a los espacios (sean parques, museos, locales abandonados, etc.). Y en este sentido es razonable que muchas personas estén de acuerdo con un movimiento que supone ruptura y quizás alternativas. Puesto que nuestro sistema de libertad nos procura únicamente la elección de la punta del iceberg, entendemos que hasta llegar a la base cualquier modificación es larga y dificultosa: por tanto el cambio o bien se va desgastando o bien ni siquiera pasa de ser una mera intención. Y ahí es donde el movimiento contracultural toma una postura que apuesta por la autogestión y la independencia, construyendo su propio universo, que en ocasiones resulta radicalmente opuesto al global. En dicho antagonismo se produce inevitablemente el choque, que pasa por cuestionar la autoridad y jerarquía que rigen nuestras vidas. Dicho choque es en ocasiones desgraciadamente manifiesto con actos vandálicos o actitudes violentas, aunque no única ni necesariamente, que empañan el movimiento, pero muchas otras acciones han sido asumidas por el sistema, completándolo y haciéndolo evolucionar. Se trata de un movimiento creativo y filosófico que busca el mejor modo de hacer funcionar el mundo.

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