Cultura

Rodar en Villena

Para quienes no somos muy dados a celebrar acontecimientos con personas desconocidas, las últimas semanas de diciembre se perfilan con trazos muy cercanos a los de nuestras pesadillas. Dos mil ocho ha desatado un buen número de emociones compartidas, la mayoría gracias a victorias deportivas y las otras gracias a los movimientos económicos. Demasiados momentos de pasión colectiva para quienes sufrimos la citada fobia. Demasiados de esos momentos durante el dos mil ocho como para afrontar con calma el calendario navideño.
Afortunadamente, como quien no quiere la cosa yo he pasado las Navidades entre focos y cámaras de vídeo. Sin adelantarles nada les diré, queridas personas, que hemos finalizado el proceso de grabación de un documental aquí en Villena. La cosa no llega a más de momento, queda un largo proceso de post-producción, pero en lo que me toca no puedo más que hacerles partícipes de algunas impresiones. Comenzaré agradeciendo la buena disposición, la amabilidad y la paciencia que han mostrado las personas, instituciones, asociaciones, empresas y entidades a las que solicitamos su apoyo (un apoyo no económico, que en ocasiones resulta más complicado de conseguir). Y sin temor a resultar tópico –porque “lo que es, es”– es un deber reconocer que sin ellas nuestro proyecto no hubiera sido posible. La grabación de las secuencias planteadas en la Casa del Festero, el Tercer Instituto, el Banco Guipuzcoano, el Teatro Chapí y la Casa de la Cultura, han sido posibles gracias a la implicación y seriedad del personal responsable de cada espacio, algo que resulta imprescindible para el desarrollo del plan de rodaje (un calendario la mayoría de las veces inamovible).

Exactamente lo mismo se requiere de los y las participantes en el rodaje, tengan papeles principales o pequeñas intervenciones sin texto; y no hace ni falta comentar las obligaciones que un rodaje exige al equipo técnico y artístico que se mueve alrededor de la cámara. Con orgullo puedo decir que hemos cumplido con todas esas exigencias, pese a contar con apenas cinco días y depender de la colaboración de cerca de cien personas, cada una de ellas ha hecho posible que el proyecto siguiera su curso y alcanzara sus objetivos. Que además casi la totalidad de la participación haya sido cubierta por villeneros y villeneras, además de suponer una ventaja por cuestiones de movilidad, ha puesto de relieve el potencial –diré, entre nosotros y porque es verdad, que sólo parte del potencial– que tenemos en nuestras calles. La ciudad de Villena ha demostrado que es un lugar con unas impresionantes posibilidades para desarrollar un proyecto cinematográfico o de cualquier otro tipo. Tanto por sus localizaciones como por la colaboración de sus habitantes, nuestra ciudad resulta un punto idóneo para realizar cualquier actividad.

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