Santas pascuas
Abandonad toda esperanza, salmo 358º
Llegó la primavera, los días son un poco más largos y además las vacaciones de Semana Santa están a la vuelta de la esquina. Por tanto no hay excusa que valga para dejar de leer algún libro, ir al cine a ver alguna película o, mejor, ver alguna película que adapte algún libro y así poder hablar luego de uno y otra y santas pascuas (nunca mejor dicho). El problema radica en que no hay mucho bueno donde elegir; de hecho, la mejor de las cintas que voy a comentarles dista mucho de ser perfecta: El atlas de las nubes, basada en una novela de David Mitchell, exuda pretenciosidad por los cuatro costados. Su propósito es demostrar que todo está conectado, que el alma es eterna y que los sentimientos que esta conlleva sobreviven a lo largo de las épocas. Para ello ha sido necesario reunir a tres directores, los hermanos Wachowski (sí, los de Matrix) y Tom Tykwer, y a un extenso plantel de actores muy reconocidos (aunque aquí no siempre reconocibles) de los que Tom Hanks, Halle Berry y Hugh Grant son los más populares. Para acabar de complicar el asunto cada uno de los intérpretes tiene a su cargo varios personajes, muchas veces bajo toneladas de maquillaje que les permiten cambiar hasta de raza o sexo. Una vez terminada la película, eso sí de factura impecable y con el concurso de algún actor memorable (el veterano Jim Broadbent se sale en cada uno de sus roles) y alguna secuencia destacable (la del crítico literario lanzado al vacío desde un ático es antológica), el espectador no estará muy convencido de la filosofía new age que le intentan colar, aunque sí habrá disfrutado, una vez más, del placer de que le cuenten una(s) buena(s) historia(s); tantas como caben en casi tres horas de película que, al menos, no agotan la paciencia del espectador.
La que apenas pasa de dos horas pero a veces parece que dure seis es Anna Karenina, la reinterpretación del cineasta Joe Wright y el dramaturgo Tom Stoppard de la novela inmortal de León Tolstoi. El realizador sigue fiel a sus obsesiones (las adaptaciones literarias, los relatos de época románticos, Keira Knightley), y dado que el libro ha sido llevado al cine en muchas ocasiones, pretende ofrecer la versión definitiva tomando el camino más fácil: el de mirarlo por encima del hombro al apostar por un acabado formal ampuloso y supuestamente rompedor. Para lograrlo pone un ojo en Lars von Trier y otro en Baz Luhrmann, y de tanto forzar la vista se queda bizco: el resultado es un relato de ritmo moroso hasta la exasperación, repleto de metáforas visuales demasiado fáciles (la pareja de amantes en mitad del baile, el laberinto, los corsés), y donde la tramoya teatral que debería ocultarse al espectador pero que aquí se le muestra abiertamente enfría un relato supuestamente apasionado que no necesitaba de tantas alforjas.
Nada en común con las anteriores aparte de ser también una adaptación, El chico del periódico es la nueva película de Lee Daniels, realizador de la aclamada Precious, al que al menos hay que aplaudirle el no haberse acomodado optando por un salto sin red como este. Pero como no he visto Precious ni he leído la novela de Pete Dexter que adapta, la veo sin prejuicios y me encuentro con un film este sí nada pretencioso que en España pasará a la historia como el que pudo ser y no fue el salto de Almodóvar al cine norteamericano (el manchego acarició el proyecto durante años), y en el resto del mundo como la cinta que le dio la oportunidad a Nicole Kidman (que no tengo claro si se merecía un oscar o un razzie por su trabajo) de orinar sobre Zac Efron. Ya solo por eso vale la pena darle una oportunidad, porque algo así no se ve todos los días.
El atlas de las nubes, Anna Karenina y El chico del periódico se proyectan en cines de toda España.