Cartas al Director

Se apagó la estrella del juez estrella

El máximo órgano del Poder Judicial, el Supremo, ha dictaminado sentencia, y ha sido nítida, clara y ejemplar, pero lo más importante, ha sido por unanimidad, siete de siete. Esto ha sido un ejemplo de transparencia total, de garantía judicial y de Estado de Derecho. Las reacciones a la sentencia no se han hecho de esperar, los desinformados, los nostálgicos del pasado, han puesto el grito en el cielo, incluso atacando al Supremo, poniendo en duda su independencia e imparcialidad. A su juez estrella, al juez azote del PP, lo han condenado nada menos que por prevaricación, y hecha pública la sentencia se armó el Belén. Baltasar Garzón es un juez de izquierdas, dicho por él. Yo creo que si eres de izquierdas no puedes ser juez, tampoco si eres de derechas: la justicia debe ser imparcial e igual para todos, como ha ocurrido con esta sentencia.
Al juez no se le ha condenado por su investigación sobre los crímenes del franquismo, esa es otra vía de agua que tendrá que tapar. Garzón ordenó abrir varias fosas de la Guerra Civil, a pesar de la advertencia clara de la Fiscalía, indicándole que semejante caso escapaba a su competencia, pero el no hizo caso, el afán de notoriedad y protagonismo era superior a las advertencias del fiscal, y siguió adelante. Tampoco se le ha condenado por el caso Gürtel, se le ha condenado por prevaricación. Este juez, cegado por su deshonesta vanidad, se atreve a vulnerar, a sabiendas, las garantías constitucionales más elementales, dando orden de que se grabaran las conversaciones entre varios de los imputados que estaban en la cárcel por el caso Gürtel y sus abogados.

Esa hipocondría por la fama le ha llevado a creerse estar por encima de leyes, creyendo que podía proceder y actuar como le viniese en gana, sin topes ni cortapisas, creyendo que “el fin sí que justifica los medios” . Le cegó su afán por la popularidad, y para ello qué mejor que encausar a sus oponentes políticos. En otro tiempo hasta la mismísima cúpula del PSOE probó como se las gastaba este juez, cuando fue utilizado y engañado por Felipe González, que lo utilizó y lo tiró a la papelera como un clínex. Todos sabíamos quién era el hombre X cuando los GAL, todos menos Garzón, que en su venganza se tuvo que conformar con Barrionuevo, Vera, Amedo y Domínguez.

Con la llegada de Zapatero pasó página y se olvidó de González, y como la cabra siempre tira al monte, empezó a intentar recuperar esa estrella que hoy, gracias al estado de derecho, ha dejado de brillar. Empezó el solo a enfangarse con los crímenes ocasionados en el franquismo, ordenó una orden de arresto contra Pinochet, intentó el desaforamiento de Berlusconi y, para más pasaporte a la fama, ordenó el arresto del terrorista Osama bin Laden, ahí es nada. Eso sí, es el juez más popular de la tierra, todo un crack.

En febrero de 2009 pone en marcha la operación Gürtel. A continuación y sin ningún rubor se va de “finde” a Jaén, de “cacería” con el ministro de Justicia, y allí se encuentran sin ningún rubor con la fiscal Dolores Delgado y con el jefe de la Policía Judicial, qué casualidad. Todo se estaba gestando, no se trataba de una operación anticorrupción cualquiera, era una operación politica de grandes dimensiones, había que ir por el Partido Popular, la caza debía ser perfecta sobre destacados miembros del PP y nada mejor que desde la Audiencia Nacional para poder empezar este ataque con todas las garantías de éxito.

Pronto empezaron a caer los frutos: Luis Bárcenas, senador y tesorero, Gerardo Galeote, eurodiputado, y el propio Francisco Camps, entre otros, y todos ellos o fueron declarados no culpables o no fueron citados por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Si a todo esto añadimos que, aún estando algunos de ellos incomunicados en sus celdas, y lo más importante, sin habérseles tomado declaración a estos, se comienza a filtrar documentación desde el juzgado de Garzón a El País –se filtraron delictivamente a este periódico conversaciones privadas, logradas mediante “pinchazos” con el único fin de desacreditar mediaticamente a los acusados y al Partido Popular–. Estas filtraciones han sido continuas en sumarios que estaban bajo secreto, todos los días había una grabación o salía cierta información interesada para que mediaticamente se pusiera en marcha un juicio paralelo, creando así la división en la opinión pública si, dado el caso, se producía el archivo de éste. Tener por lo menos la condena de una parte de la opinión pública. No oí escandalizarse a nadie por ello.

Decía la hija de Garzón el otro día que su padre ha estado llorando toda la noche. Lo siento, pero no me conmueve lo más mínimo. ¿Cuánto no habrán llorado las hijas de los que este juez ha detenido, esposado, imputado y filtrado conversaciones privadas? Y todo ello para que al final muchos sean absueltos. Decía un damnificado por este juez que había sido paseado ante los medios esposado y detenido, que “aún siendo culpable, el delito del que se me acusa no lleva pena de cárcel, pero hoy acaban de condenarme”. ¿Quién les repara el daño causado a estos señores y a sus familias cuando después de varios años de juicios paralelos han sido absueltos por la justicia?

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