Seis gatos seis
El Partido Popular ha expulsado al parecer de sus filas a un presunto maltratador, que aparece hoy sonriente en los medios, fotografiado con al menos seis gatos muertos entre sus manos.
¿Dónde está la diferencia entre maltratar seis gatos y maltratar seis toros? ¿Dónde está la diferencia entre el sufrimiento de unas víctimas y otras? Para algunos está claro, matar gatos no es fiesta nacional ni siquiera una tradición. Parece ser que como matar gatos no es negocio ni estos felinos corren peligro de extinción, este joven desgraciado y sus acompañantes no son moralmente aceptables para los que cortan orejas y rabos entre vítores y humo de Habanos.
Para algunos responsables políticos estos impresentables jóvenes no han comprendido las claves del divertimento y de la fiesta. El maltrato se hace al son de clarines chirriantes, a las cinco de la tarde y cobrando una entrada al tendido. ¡Qué escándalo! Parece ser que para matar y no ser linchado hay que organizarse y regularlo explícitamente en el programa electoral. Para ir de caza hay que vestirse de verde y hacerlo en domingo, con buenas escopetas y en la finca de papá.
¡Pero hombre!, nunca se exhiben gatos ni animales domésticos como trofeo. Por lo visto, para eso están las perdices, las liebres y los zorros. Los gamos y los corzos no son bellos si no adornan las paredes del chalet. Las codornices nacieron para la escopeta, y el plomo para arruinar los campos.
¡Qué cinismo y cuánta hipocresía! Algunos partidos políticos van a tener que replantearse su relación con la naturaleza y dejar de matar para no aburrirse los fines de semana, si no quieren terminar linchados social y moralmente. Las divinas palabras no pasarán: El que a hierro mata a hierro muere.