Sentimiento detractor
Hay una teoría que dice que cuando se emite una acusación que no nombra señala a nadie en concreto, las personas que se sienten aludidas son aquellas a quienes va dirigida. En el fondo la teoría no se fundamenta en otra cosa que en el remordimiento, y el sentimiento escondido y turbador sobre una acción acometida que sabemos incorrecta, aunque no lo reconozcamos. Siguiendo el hilo, yo mismo tendría que confesar haberme sentido aludido cuando hace unos días la señora Celia Lledó nos comunicó en una rueda de prensa que la Plaza de los Toros tenía fecha de puesta en marcha pese a los detractores (imagino que también las detractoras) del proyecto.
Y que yo me sienta aludido como detractor, maldiciente, calumniador, infamador, murmurador, al escuchar sus palabras es suponerme tan alto como para que la señora Lledó conozca mi existencia. Aún así, gracias a la memoria más que a los remordimientos, puedo hacer recuento de cuanto he escrito al respecto, puedo llegar incluso a recordar (uds. también gracias al archivo de Epdv) cuando escribí para la edición del 17 de octubre de 2008: Al fin lo que vengo a decirles es que doy mi brazo a torcer, que voy a dejar de oponerme a la construcción de la Plaza de los Toros [
] próximo objetivo. No obstaculizar el proyecto [
] sino aportar sugerencias, exigir compromiso.
Ahora, con la fecha inaugural de Plaza y Pirámide ya marcada en el calendario, tengo que confesar que mis miedos son los mismos de entonces y que continúan insistiendo en tres puntos esenciales: los gastos de personal y mantenimiento; la aportación de la infraestructura a la ciudad tanto en lo cultural como en lo social; y la ausencia de una estrategia, un plan, que determine el camino que debe empezar a recorrer esta infraestructura, los objetivos que debe perseguir a corto, medio y largo plazo. Tres puntos que siguen en el aire tras escuchar las declaraciones de la señora Lledó y del Concejal de Cultura y Fiestas Francisco Abellán, quienes se mantienen obcecadamente en el aquí y ahora. Porque de poco sirve que Abellán nos informe de que la puesta en marcha de la Plaza apenas afectará al funcionamiento del Teatro Chapí y de la Casa de Cultura, o de que será deficitaria como estos edificios como deficitaria es afortunadamente la Cultura en el ámbito público. De poco sirve esta y otras respuestas cuando no responden a las que son para mí preguntas esenciales. Porque ya fuera de dichas cuestiones, creo que la única que debiera estar preocupada si existiese sería la Asociación de espectadores/as de espectáculos realizados en el tramo cerrado al tráfico de la Calle Luciano López, un espacio sociocultural que con seguridad sí se verá afectado, Ay, Luciano Arena, quién se acordará ahora de ti.