Sentirse afortunada
Este sentimiento es de libre disposición y viene estrechamente unido a aquello que de la vida esperemos o deseemos, al cómo somos y por descontado a nuestra forma de pensar. Y existen infinitas combinaciones para llegar a él. Hay quienes lo perciben al contemplar su cuenta bancaria, al ver la prosperidad de su negocio, la realización de sus proyectos más ambiciosos; los hay que se saben poseedores de él con tan solo contemplar a su familia reunida, al ver dibujada la salud en los rostros queridos o ante la posibilidad de levantarse cada día y ocupar un puesto de trabajo.
Como les he dicho todo cabe en el saco de las apreciaciones humanas para considerar que la fortuna ha tocado a tu puerta. Pero, para aquellos que tenemos hijos en crianza, esta sensación se agranda cuando nos llega filtrada a través de ellos, de sus logros, de su crecimiento o de los caminos que escogen para empezar a desarrollar su vida. Y yo, el pasado fin de semana, fui una madre completamente agradecida a la suerte al poder ver a mi hija en el último musical que el Centro Juvenil Don Bosco ha llevado a escena, ¡Mamma Mia! No vean en este arranque orgullo presuntuoso, pues nada más lejos de mi intención el establecer diferencias entre los jóvenes de nuestra ciudad. Simplemente quiero poder transmitir, porque es lo justo, a estos chicos y chicas, que desde Pili, la directora del espectáculo, a todos y cada uno de los monitores y las monitoras que le han ayudando a poner en pie su proyecto, bien pintando decorados, o manejando luces, o luchando con el traicionero sonido de los micros inalámbricos, o sencillamente vendiendo palomitas y chapas, lo que me hacen sentir cada año. Reconozco que esta tanda de agradecimientos puede sonar como eco de años anteriores, pero es ahí, precisamente en esa repetición, donde reside la verdadera aportación y el éxito, pues dice mucho del trabajo realizado con generosa constancia poder observar como esta continuidad evoluciona con los años y, después de 11, siguen cosechando voluntades jóvenes para el trabajo y para la educación en valores, y como nos dicen, poder seguir reuniendo materia prima a los que alimentar de sus ideas para la convivencia.
Afortunada me siento al saber que después de los cuatro o cinco días de diversión y algo de popularidad, que les proporciona esta aventura teatral, que además de inculcarles el amor por la interpretación, les deja en su haber hábitos de sacrificio, de esfuerzo, de compañerismo, de disciplina y de trabajo, que son altamente enriquecedores para su porvenir. Y si por ellos mismos estos argumentos contienen el peso suficiente para envolverme en la dulce sensación de estar tocada por la suerte, cuando el espectáculo en cuestión es ejecutado con maneras de profesional, pero con la frescura y la desenvoltura de aquellos que solo obtienen del momento la diversión y la alegría, y si le sumamos el saberlos completamente felices al bailar, entregados al guión y emocionados al acabar el estreno, la dicha rebosa y los padres y las madres apenas logramos levantarnos de la butaca, pues el orgullo nos ensancha. Y esto es así, ellos son nosotros.
Todavía quedan representaciones el día 1 y el día 2 en el teatro del colegio salesiano, y el día 28 a beneficio de la Asc. de Fibromialgia de Villena en el Teatro Chapí. Les recomiendo asistir, se van a divertir, van a colaborar con esta asociación, y van a poder comprobar, que si bien este articulo está redactado desde dentro en cuanto a los sentimientos, en lo tocante al puro espectáculo, tal vez me haya quedado corta.