Si es un error el cambio, rectificamos. No hay ningún problema
El Barrio del Rabal es noticia, de nuevo, por los recorridos de los desfiles de Fiestas de Moros y Cristianos. En los pasados días se ha mandado acta de una reunión celebrada por dos colectivos representantes de los vecinos que viven en este barrio tan emblemático de nuestra ciudad.
Esta acta recoge las conclusiones a que llegaron los asistentes a dicha reunión, provocada por la decisión de la Asamblea General de Compromisarios de la Junta Central de Fiestas de modificar el itinerario que recorre la Retreta por alguna de las calles del Rabal. Los vecinos, con razón o sin ella, han puesto el grito en el cielo ante semejante ¿atrocidad?, y la movilización ha llegado tan lejos que el próximo miércoles se reunirán ambas partes, Junta Central y Vecinos del Rabal, con la alcaldesa, Celia Lledó.
Si el acta que se envió a diferentes medios de comunicación pone en entredicho a algunos componentes de la Junta Central, a partir de este momento la pelota le ha llegado al M. I. Ayuntamiento, ya que cualquier decisión que tome el consistorio afectará a una de las dos partes, Asamblea General de festeros o vecinos del Rabal. Lo cierto, después de haber leído el acta, es que se ha involucrado indirectamente a miembros de la Junta Central de Fiestas que, bajo mi punto de vista, tienen poco que ver con la decisión tomada por la Asamblea de Compromisarios, ya que la Junta Central, encabezada por su presidente, solamente tiene 1 voto en las asambleas de compromisarios (hay 70 votos más), por lo tanto poco puede hacer la Junta Central ante una decisión de este tipo. Es decir, se ha perjudicado a personas que desinteresadamente están defendiendo los intereses de la fiesta.
Por otra parte, se comenta que algún partido político puede estar detrás de esta reunión que celebraron los vecinos del Rabal, y también que pueden existir intereses personales para descalificar a algunos miembros de la Junta Central. Es cierto que la medida, en caso de adoptarse, perjudicaría a los vecinos del Rabal, que verían mermadas las visitas de los villeneros al barrio por el que tanto han estado y están luchando, pero es impensable que a estas alturas de año, ya inmersos en presentaciones y con las fiestas a dos meses vista, se pretenda desprestigiar una decisión de la Asamblea Festera y mucho más cuando es posible que existan detrás intereses políticos y/o personales.
Los errores se pueden corregir y volver al estado anterior si se consigue demostrar que una decisión tomada en un momento dado no es buena. Para concluir, pienso que la oportunidad que tienen los vecinos del Rabal de disfrutar de algunos actos de nuestras fiestas no la tenemos en muchos otros barrios de la ciudad, y no puedo evitar pensar que, de un modo u otro, media un componente egoísta en toda esta cuestión.