Sin ir más lejos
Seguimos construyendo, haciendo realidad, muchas torres de Babel. Paradigma de la confusión. También de la arrogancia
En su "Tierra de nadie" lo afirmaba y firmaba Juan José Millás: Hay cosas que empiezan como un cuento y terminan como una realidad: la historia de la torre de Babel sin ir más lejos. Y sin ir más lejos seguimos construyendo, haciendo realidad, muchas torres de Babel. Paradigma de la confusión. También de la arrogancia.
Habitamos sempiternos en la llanura de Sinar, llanura aluvial entre el Tigris y el Éufrates, llanura mesopotámica. Cociendo ladrillos o secándolos al sol. Untándolos de betún, colocándolos unos sobre otros y… Confundiéndonos.
Los más bondadosos intérpretes del género humano, los más condescendientes, ven prevención en nuestros afanes arribistas. Queremos subir alto, deprisa y hasta sin escrúpulos para que el agua nunca nos llegue al cuello.
Pero la interpretación ortodoxa no nos salva ni de la petulancia ni del desconcierto. Maldición divina. Castigo del Dios del Antiguo Testamento. Y así seguimos presuntuosos, confusos y dispersos por toda la tierra.