Sobre el centro que todos buscan, nadie encuentra, pero en Villena existe
En la transición el partido que gobernó nuestros destinos fue Unión de Centro Democrático. Tras su desaparición tanto la izquierda como la derecha se disputaron el denominado espacio de centro en la convicción de que la mayoría de votantes españoles, huyendo de radicalismos, votan más a quien parece moderado, centrado. Así, en la política nacional ser de centro-derecha (liberal) o ser de centro-izquierda (Obama-boys) es una etiqueta apreciada como sinónimo de modernidad, diálogo, talante, progresismo y mesura. Ser de centro resulta beneficioso pues, según corra el aire, puedes balancearte para un lado o para otro
y pasar toda la vida de concejal o diputado.
Cuando en Villena, coloquialmente, hablamos de centro, nos referirnos a lo que nos dijeron que tendríamos, que no tenemos y que a la marcha que vamos nunca llegaremos a tener. Me refiero al centro comercial y al centro de ocio.
Dudo cuando pienso en la relación entre comercio y ocio. Me pregunto: ¿Para mejorar mi ocio tengo que comprar? ¿Si compro estoy ocupando mi ocio? ¿Desaprovecho mi ocio cuando no compro? ¿Si voy al centro comercial pero no compro sigo estando ocioso?... En fin, frente a la versión oficial de que esto es bueno para el pueblo, tengo que reconocer que no estoy por beberme un cóctel formado por las palabras ocio, comercio y juventud.
También albergo incertidumbres sobre su emplazamiento. Unos dijeron que en la plaza de toros, lo que tras su demolición resulta imposible. Otros que en la zona cero. En este segundo caso prometo que he buscado en la página web del catastro, en Google-maps, en los libros de Don José María Soler y en el de Soli y por ninguna parte del término municipal villenense existe un paraje, pedanía, casa de labor, diseminado o caseta de perro censada llamada zona cero. Esto es un misterio misterioso.
Este asunto de los centros se justificó, entre otras cosas, porque serían un lugar donde los jóvenes podrían ir en su tiempo libre. Los políticos locales, muy espabilados ellos, saben que en nuestra ciudad es frecuente escuchar en coloquios y tabernas que los jóvenes no tienen ningún sitio donde ir, que están aburridos, que en Villena no hay nada para ellos. El centro de ocio asoma como solución mágica a la creciente comodidad que se ha asentado en el ejercicio del oficio más difícil del mundo: ser padre, ser madre.
Pues bien, frente a este enfoque del ocio en la juventud de nuestro pueblo, reivindico el trabajo que en Villena realizan asociaciones deportivas, culturales, vecinales, sociales o artísticas, llevando adelante proyectos ilusionantes con una amplia participación juvenil. Estas asociaciones existen, funcionan y exigen un mayor apoyo institucional para seguir desarrollando sus proyectos, lo que parece chocar con la fiebre consumista de una parte de la sociedad y de la clase política local.
Y tanto hablar de centro, miren ustedes por donde, me he acordado que en Villena, desde hace más de 35 años ya tenemos uno funcionando. Me refiero al Centro Juvenil Don Bosco. Un espacio abierto a todos, tolerante, dirigido por jóvenes voluntarios que dedican su tiempo libre a ofertar un ocio solidario y con valores cristianos a todos cuantos libremente quieren integrarse. Cuenta actualmente con unos 400 socios de entre 11 y 17 años. En su larga historia son cientos, tal vez miles, los villeneros cuyos recuerdos juveniles están ligados al Centro.
Durante las próximas dos semanas, en el Teatro Salesiano, los chavales del Pre-juvenil representarán el musical de Mecano VIVIMOS SIEMPRE JUNTOS, con cerca de 100 actores. Van a celebrar que durante 10 años seguidos el Centro estrena musicales, todos ellos dirigidos y protagonizados por jóvenes. Por lo que me cuentan y tras cuatro meses de ensayos, puedo asegurarles que se trata de una función teatral que nadie debería perderse, porque cuando salgan del teatro se sentirán orgullosos de los jóvenes y un poco más felices. Téngalo por cierto.
En fin, concluyendo, reconoceré mi perplejidad y contrariedad al comprobar como desde la política local se usa la palabra centro para rellenar programas electorales, meter votos en la saca o justificar macroproyectos urbanísticos, pero cuando tenemos asociaciones juveniles que funcionan, que altruistamente movilizan a centenares de jóvenes cada semana, que ofrecen un ocio contrario al negocio comercial, basado en valores deportivos, culturales o sociales, pues o bien le regateamos a la baja las ayudas públicas, o les damos la espalda a sus proyectos, o nos gastamos el dinero en Fofito y Luis Aguilé.
En esto de la juventud pasa como con otras muchas cosas, solemos gastar más esfuerzo en pagar novedades que sacien expectativas que en apoyar lo nuestro para mejorar sus resultados. Y para mí que nos equivocamos.
Fdo: Rafael Román García