Tan solo pido compasión
Soy una mujer de 59 años y hasta ahora no me había atrevido a escribir y decir mi opinión en los medios de comunicación. Sencillamente soy un ama de casa, no pertenezco a ningún partido ni estoy en las filas del llamado Movimiento Cívico Antitaurino de Villena.
Soy Mujer, Madre y Villenera. Pero precisamente por las tres cosas que he nombrado es por lo que estoy aquí delante de ustedes pidiéndoles lo mismo que siempre he pedido para mí como mujer: respeto como madre, amor y vida y como villenera y evolución.
Porque las he vivido en mis carnes, a lo largo de mi pequeña historia. Soy hija de villeneros, y hace 50 años me colaba con mi padre en las corridas que celebraban en Villena. Vi caballos destripados, toros ensangrentados, gritos de dolor. Fui niña y como niña sentí compasión por aquellos seres que no tuvieron culpa de la sed sin fondo del ser humano para causar dolor y regocijarse de él. Fui mujer, y en ocasiones me llegué a sentir como esos animales que vi, tirada en el suelo, dominada, abusada, y por mucho que grité, nadie me escuchó
Desde entonces odio la dominación, el disfrute del dolor, el machismo en todas sus formas de expresión. Fui madre, y sentí lo que es dar la vida
lo maravilloso de sentir compasión, empatía por un ser indefenso, por desearle todo el bien, por verle crecer, y desde entonces odié la muerte y la destrucción. He sido abuela y veo crecer a mis nietos y nietas y para ellos quiero una ciudad donde se les eduque como verdaderos seres humanos. No quiero un entorno donde se irradie violencia gratuita. Quiero que se sientan orgullosos del lugar donde viven, que acepten cualquier forma de vida con indiferencia de su sexo, raza, color y especie. Que nunca generen dolor, sangre, tortura o muerte, aunque para algunos tan solo sean las de cinco simples toros.