Teatro Chapí 2014. Primer semestre (II)
Tras la noticia de la rebaja del IVA cultural en el terreno de las artes plásticas pero sin noticias de alguna intención de descuento para el resto (las que sí han resultado desde hace tiempo molestas para el Ministerio), retomamos la programación que nos ofrece esta temporada nuestro Teatro Chapí. Un semestre cargado de teatro donde la afluencia de caras conocidas por sus trabajos en cine y televisión resulta una muestra más de cómo andan las cosas en el mundo de las artes escénicas (y no entiendan que quiero menospreciar diciendo esto el talento interpretativo de los y las artistas con reconocimiento popular, sino señalar cómo la devastación en la política cultural nacional casi obliga a las compañías a tenerles caras conocidas presentes en sus producciones).
Paradero desconocido, con producción de quien fuera inseparable del desaparecido Narros, Andrea DOdorico, llega este mismo sábado a nuestro escenario, con un texto bien reconocido por la crítica y con la dirección y la dramaturgia de la premiada Laila Ripoll. Una obra de texto, palabra, que presumiblemente se desenvolverá en una ostentosa y lograda propuesta escenográfica. Continúo ojeando el programa, antes troquelado, y me llama la atención la actuación de El Intérprete, de Factoría Madre Constriktor, aunque no acierte a decirles el porqué. Es una de esas piezas que de pronto y sin explicación posible crees que puedes disfrutar, de la que además esperas recibir algo que ni siquiera puedes concretar. Iré a verla, no sé porqué, si la climatología no lo impide, realmente más movido por el instinto que por los éxitos de los que puede presumir Asier Etxeandía. Como también asistiré a La dama duende, aunque solo sea por honrar la memoria del recientemente desaparecido y archiconocido director escénico Miguel Narros, de quien con tanta ligereza he ido despotricando a lo largo de los últimos años. Marzo es un mes tan bueno como cualquier otro para asistir a la puesta en escena de un texto de Calderón de la Barca (autor popular y académicamente encumbrado por La vida es sueño), y el teatro el mejor lugar para conocerlo y para intentar dejarse envolver en esos ambientes, esos años, que tan insistentemente nos ha resucitado Pérez Reverte en gran parte de su bibliografía.
Un par de meses más tarde, ya en terreno musical, tendremos oportunidad de disfrutar de dos grupos vinculados a nuestra ciudad que posiblemente (más que posiblemente) hayamos escuchado y que ahora presentarán sus trabajos sobre las tablas del Chapí: Nail y Aretha y los Franklin. Para hacerse una idea de lo que proponen cada una de las formaciones si inexplicablemente lo desconocen bastará con darse un garbeo por la Red o preguntar en su círculo cercano, donde con seguridad encontrará razones suficientes como para asistir a las citas.