Teatro Chapí, agosto/enero 2020/21
Llega el momento de reflotar un barco que se ha hundido por los devastadores estragos de la pandemia, el miedo y la indolencia de las políticas culturales
Llega a casa el sobre con la nueva temporada del Chapí y tras la consiguiente lectura y debate, anoto algún espectáculo que me interesa y algún otro que me han recomendado con cariño y buenas intenciones, entiendo a priori. El segundo paso, pensando en quizás ustedes, queridas personas, es transcribirlo sin ánimo persuasivo, que también.
Por otro lado, tenemos la programación de teatro en las manos y tenemos un calendario marcado con las onomásticas de Leo, Virgo y Libra, donde sin duda nos encontramos con gente a la que solo se nos ocurre regalar corbatas y perfumes. Aten cabos. Regalar entradas para un espectáculo es como regalar uno de esos sobres que venden con experiencias vitales. Yo diría, regalemos teatro; ustedes, hagan lo que quieran.
Pero el ocho de octubre la compañía Trajín Teatro presentará Mauthausen, la voz de mi abuelo, una propuesta que ha resultado nominada a los Max y considerada Mejor espectáculo revelación, donde una sola actriz es capaz de hacernos llegar un testimonio real de aquellos años malditos del pasado siglo sin por ello perder el sentido del humor.
Pero el veintiséis de noviembre, formando parte de la tercera edición del Festival de Iniciativas Independientes organizado por la Kakv, se representará Kenophobia por parte de Osa+Mujika, pieza de danza que apuesta por salir de nuestro universo físicamente formativo para mostrar a través de la imagen y el movimiento unos miedos e inseguridades que compartimos universalmente.
Permítanme un inciso para insistir en el subrayado de esta última fecha, ya que después de muchas dificultades, virales y no virales, volveremos a contar con el FIC, una propuesta de festival que en sus anteriores ediciones ha sido elogiada casi allende los mares.
Pero solo una semana después, el tres de diciembre, llega a Villena la compañía Teatro en Vilo, cargada de premios nacionales e internacionales, para representar Hoy puede ser mi gran noche, donde no solo podremos disfrutar a corta distancia de su propuesta, se realiza en el Cinema, sino que además tendremos la oportunidad de degustar, tras el show, de los vinos de la bodega Vinesens. ¿Quién da más?
Queda insistir, insistir e insistir en los devastadores estragos que la pandemia, el miedo y la indolencia de las políticas culturales han causado tanto en el lado creativo de la creación escénica como en el lado del público. Insistir porque llega el momento de reflotar un barco que sí se ha hundido, y de tomar consciencia de que nuestra aportación desinteresada –porque legítimamente lo que nos interesa es participar de la cultura– realmente es importante. Disfruten.