Tebeos de fondo
Abandonad toda esperanza, salmo 140º
Los clásicos incontestables de la literatura de todos los tiempos siempre están a disposición del lector: la Odisea, el Quijote o el Ulises son reeditados continuamente, forman parte del fondo de la mayor parte de librerías y están disponibles en el catálogo de toda biblioteca que se precie. Lo mismo sucede con el cine y la música: ¿acaso algún cinéfilo lo ha tenido complicado a la hora de conseguir una copia potable de Casablanca o Ciudadano Kane? ¿O un melómano para hacerse con un compacto de Beethoven o Mozart? Pero lamentablemente no sucede lo mismo con la historieta: hasta hace bien poco no había por parte de los editores confianza en la rentabilidad de los clásicos del noveno arte, y sufríamos un mercado de tiradas mínimas y devoluciones rápidas dominado por la intención de recuperar la inversión a corto plazo. Así lo denunció, al poco de comenzar a trabajar como editor en Planeta, David Hernando: afirmó que obras del calado de Watchmen o V de Vendetta "son obras cumbre del cómic y han de estar a disposición de todos los lectores de forma constante".
En los últimos tiempos esta situación parece estar cambiando, y los lectores de hoy pueden disfrutar de Rip Kirby y Flash Gordon de Alex Raymond, Príncipe Valiente de Hal Foster, Popeye de E. C. Segar, Spirit de Will Eisner o Peanuts de Charles Schulz. Además, estas obras empiezan a contar con ediciones a la altura de su contenido, como viene ocurriendo con la narrativa desde hace décadas: ediciones críticas en tapa dura y papel consistente, con prólogos que sitúan la obra en su momento, notas a pie de página que matizan ambigüedades y apéndices críticos. En definitiva: un paraíso para el aficionado.
Este es el caso de la recuperación de Haxtur, obra cumbre de Víctor de la Fuente, un clásico vivo de nuestra historieta. Publicada por vez primera en 1971 en Trinca, una revista adscrita al gobierno franquista, este relato de fantasía heroica consiguió sortear la intromisión censora gracias al enfoque críptico de su narración, protagonizada por un héroe que vaga confuso por territorios inhóspitos enfrentándose a todo tipo de criaturas, mientras anhela llegar a su destino... que no es otro que encontrarse a sí mismo y averiguar la razón de su periplo metafísico. La nueva edición, con textos críticos y una entrevista de la época, está a la altura de lo deseable.
También en formato de lujo se recupera la Valentina de Guido Crepax, considerada hoy una de las obras más destacables del tebeo erótico europeo... aunque una lectura atenta revele que es mucho más: nacida como Haxtur en una revista de historietas -aquí, la italiana Linus-, fue en principio un personaje secundario, pero su indudable carisma la convirtió en la protagonista absoluta de unos relatos donde el autor dio rienda suelta a su imparable creatividad, marcada por influencias tan variopintas como el psicoanálisis, el jazz, la publicidad o el cine de vanguardia. Si hay un artista cuya obra discurre paralela a la creación de Crepax, ese es el cineasta Jean-Luc Godard, que se acercó a los géneros de forma tan libre y sorprendente como el artista italiano revisó los movimientos políticos y artísticos de la época o las novelas de Jules Verne.
Dos clásicos del tebeo europeo que por fin disponen de una edición a la altura de su relevancia histórica. Póngalos en su biblioteca y presuma de ellos ante sus invitados.
Haxtur y Valentina están editados por Glénat y Norma respectivamente.