Terreno labrado
La respuesta que el público de nuestra ciudad está dando a la mayoría de propuestas culturales que se ofrecen, parece indicar que nos encontramos en un buen momento para comenzar a plantearnos, sin demasiada demora, una estructuración de la deshilachada y casi ausente política cultural actual. La capacidad de convocatoria del Teatro Chapí, el Club de Jazz, las visitas guiadas al casco antiguo, el cine o el teatro infantil, sugieren un momento óptimo para diseñar un plan a medio plazo capaz de aprovechar la tendencia abriendo el abanico al resto de propuestas culturales de Villena.
En el terreno cultural suele ocurrir que una cosa llame a la otra, es decir, que una actividad anime al público a participar en otra, aunque sea de distinta índole. Por lo que crear una trama con la oferta cultural parece lo más oportuno para hacer crecer los resultados. Pero crear una trama no significa realizar un listado de actividades en un tríptico medianamente atractivo. Más bien se trataría de presentar un mapa con las distintas opciones que ofrece Villena: espacios, horarios, modo de participación. De esta forma se conseguiría no sólo atraer público de una actividad a otra, sino facilitar el diseño propio de una jornada cultural, algo muy interesante para quienes visitan la ciudad. Así se puede ir a visitar el castillo, tomar unas tapas y un vino, visitar una galería durante el café, e ir a ver un espectáculo teatral, por ejemplo. Para ello la programación de la ciudad debe enlazar con el esfuerzo de las galerías privadas, y también con nuestra pequeña industria cultural: música, pintura, teatro, que puede ser exportada a otras poblaciones. Valores emergentes como Raúl Micó, tuvo oportunidad de participar en el Festival La Cita, y de cantar en locales como La Andana, donde fue tomando fuerza, y cuyos resultados habrá que verlos hoy viernes en la presentación de su primer disco con EMI.
Contamos con un terreno bien labrado, de artistas y de público, que además de continuar manteniendo hay que valorar y gestionar. Hoy por hoy, a la vista está, todo parece crecer por propia iniciativa, todo parece mantenerse de la nada (lo que no es del todo cierto). Así que queda la esperanza de que los grupos políticos a la hora de diseñar sus programas políticos abran de una vez los ojos y dejen de copiar de un programa a otro sus apartados de cultura y de juventud. Que crean que la cultura es un valor en alza, impulsado todavía más por estos tiempos de crisis, en los que se necesitan estímulos que eviten que nos quedemos anclados en casa maldiciendo la televisión y las posibilidades con que contamos. Ni que decir tiene que para que todo esto ocurra hace falta más que una Concejalía de Cultura de florero, y hace falta más que un puesto técnico de cultura, es decir: hace falta también una persona ocupando ese puesto.