Terror en fotocopias
Abandonad toda esperanza, salmo 40º
El pasado martes la televisión pública recuperaba un espacio que fue verdaderamente mítico para los cinéfilos aficionados al terror que rondamos la treintena. Con el montaje del director de El exorcista, Alucine volvía a La 2 después de varios años desaparecido de la parrilla.
Mi generación aprendió lo que era el cine de terror expurgando polvorientas estanterías de videoclub de barrio... Ay, el añorado Videoclub Villena, líder del sector en el período jurásico preblockbuster. La televisión fue su mejor complemento, gracias a ciclos de los clásicos imperecederos de la Universal, con Bela Lugosi, Boris Karloff y Lon Chaney (padre e hijo) repartiéndose todos los papeles; o, muy especialmente, el Noche de Lobos de Antena 3 y el citado Alucine de TVE.
Los viernes por la noche, después del Un, dos, tres de Chicho Ibáñez-Serrador (otro que sabe bastante del tema), Alucine ofrecía lo mejor (y a veces, lo peor) del género: durante una época, el malogrado Narciso Ibáñez-Menta, padre de Chicho, hizo las veces de maestro de ceremonias, situando al espectador en el contexto de lo que iba a ver. Allí descubrí los films de la Hammer, donde Christopher Lee y Peter Cushing se perseguían entre cortinajes ostentosos, escotes más ostentosos todavía y sangre rojo bermellón; también descubrí un clásico contemporáneo de la talla de Hellraiser, que me reveló al escritor Clive Barker, uno de mis favoritos, verdadero esteta del Horror en mayúsculas.
Pero también me tropecé con subproductos de serie B y Z que, por qué no decirlo, eran espectáculos sin parangón: su lamentable falta de medios, la inepta osadía de sus directores y la carencia de talento de la mayoría de sus intérpretes elevaban todavía más si cabe, por nada odiosa comparación, las excelencias de otros títulos. Docenas de secuelas repetitivas de Viernes 13, Amityville o Halloween, o copias inconfesas de estos títulos, con míticas presencias del cine casposo: John Saxon, Richard Lynch... o el mismísimo David Hasselhoff antes de Los vigilantes de la playa. Sin dejar de lado lo más pobre del terror italiano o muestras inolvidables (por diversos motivos) del género patrio, como los templarios de Amando de Ossorio o los licántropos de Paul Naschy.
Gracias a Alucine descubrí el placer de la trash culture, de la cultura basura. Pero los tiempos están cambiando, que diría Bob Dylan: aunque El exorcista sea una magnífica película, sabiendo de títulos que la seguirán resulta obvio que los programadores darán prioridad a la comercialidad de los títulos y a su factura más o menos reciente. ¿Tendremos buen cine de terror? ¿O al menos cine de terror nefasto pero ocurrente y descarado, de indudable interés histórico? Me huelo lo peor. O mejor dicho, lo regular. Que es lo peor de todo, porque uno no puede ni echarse unas risas con productos mediocres, verdaderas películas fotocopiadas.
Alucine se emite en La 2 los martes, a partir de las 22.45 horas.