¿Cómo están ustedes?

Tesoros, Santiago y Teatro

Como "piedra, tijera o papel"; como "churro, mediamanga, mangotero"; como "cuchillo, cuchara o tenedor"... la trilogía monumental disfrutada en Villena el domingo veintisiete de octubre con la gente nacida en 1963, conmilitones en Edad de Oro. Los 50, un Tesoro, fue divertimento emotivo. Un juego hermoso. Pueda ser la edad –cosa que no nos preocupa–, pero el compartir la excursión con los de nuestra quinta por tres espacios tan nuestros fue echar raíces en las raíces.

He visitado muchas veces los tres monumentos tan nuestros. Me he emocionado muchas veces recordando en ellos vivencias diversas, pero ese domingo las emociones fueron catapultadas por la complicidad de compartirlo entre los que el azar quiso que naciéramos hace cincuenta años, sintiéndonos orgullosos de ser de donde somos. Esto sí, lejos de zarandajas chauvinistas, inmunes a cualquier nacionalismo pueblerino. Hay que agradecer, entonces, el buen hacer de la Comisión de Los 50, un Tesoro por haber pensado esta visita, completada con una comida de convivencia.

La mañana, quedando en la plaza de Santiago, se arrancó realizando una fotografía donde los participantes formamos una cola desde la puerta del Ayuntamiento para rememorar las colas que se formaron cuando el descubrimiento del Tesoro. Aquí hay que agradecer el buen hacer de Laura Hernández Alcaraz, Directora del Museo Arqueológico, que honrando a don José María Soler, aparte de otros quehaceres profesionales, respeta escrupulosamente el rito con el que nuestro arqueólogo mostraba los Tesoros. Vitrina cerrada, acaso una escasa abertura por donde se aprecia una luminosidad que invita a especular con el qué será y... Y una vez abierta la maravilla, explicaciones precisas que nos convierten en "descubridores" del Tesoro, introduciéndonos entre los protagonistas de esa foto emblemática del primero de diciembre de 1963 en la Rambla del Panadero anocheciendo –entre los hermanos Pedro y Enrique Domenech Albero, entre Miguel Flor Amat, entre Martín Martínez, entre José María Soler, entre el abogado Alfonso Arenas y, como niños, entre los niños y primos Pedro y Enrique Domenech contemplando el hallazgo como si fuera fuego nutricio–, explicaciones ayudadas por ese vídeo del NO-DO que tanto nos transporta a nuestra infancia de domingos de cine en aquellos cines de NO-DO, sesión doble y continua. Y Laura, luego, aún tuvo fuerzas y ganas para explicarnos en la explanada del Teatro Chapí la interesante historia del espacio en torno al edificio: Convento de San Francisco, Hospital, Paseo de la Reina/Paseo Chapí, Teatro Circo, Teatro Chapí, Círculo Agrícola Mercantil...

No menos hay que agradecer el buen hacer de Jesús García Guardiola que nos condujo por los entresijos góticos de la Iglesia de Santiago, fabulosa fábrica de los Medina donde las sólidas columnas retorcidas nos impulsan hacia el cielo deleitándonos con capiteles historiados de objetos y seres animales y vegetales, algunos enigmáticos. Hasta descarados. Iglesia sólida de un gótico mediterráneo, levantino, que entre camino del interior meseteño castellano y el mar parece que titubea entre más luz o más muro. Y finalmente hay que agradecer el buen hacer del Director del Teatro Chapí, Francisco Flor Hernández –Paco Flor– y de José Hernández –Pepe "Pastillo"– que nos enseñaron historia, tramoya y bambalinas del Teatro de la ciudad. Vida, mucha vida de farándula. Con explicaciones ilustradas y llenas de pasión que condimentaron de más magia y más emoción la visita, redundando en motivos para sentirnos orgullosos del presente y pasado de Villena.

Y así fue toda la mañana, orgullo de presente y pasado, sin chauvinismos idiotas o paletos. Orgullo por lo antepasado que nos compromete para el futuro exigiéndonos ser, mantener y crecer. Como aquellos nuestros, hacedores de los Tesoros, de Santiago, del Teatro.

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