Toquis Nonis y el encendido de la hoguera de San Antón
Dentro de las actividades organizadas por la Asociación de Vecinos del Barrio de San Antón en honor al santo, el pasado 16 de enero tuvo lugar un acontecimiento extraordinario y emotivo, la recuperación de un personaje singular villenense, Florencio Guillén Martínez (1849-1915).
Empresario zapatero de larga tradición familiar, continuada en nuestros días por sus descendientes, entre otras ocupaciones fue consumero, encargado de cobrar los impuestos municipales de consumo y evitar la introducción fraudulenta de géneros de consumo, conocida dicha práctica en la época como el matute, por lo que estaba autorizado a registrar tanto a hombres como a mujeres con el fin de evitar el robo y el contrabando, de ahí posiblemente el apodo con el que se le conocía, Toquis Nonis. Vivía frente a la Ermita de San Antón en el lugar que hoy ocupa parte de la Casa de Cultura, y sabemos además que era una persona muy respetada y querida en el barrio. Florencio Guillén, que tuvo el privilegio del tradicional encendido de la hoguerica desde 1880 a principios del siglo XX, en una de las vísperas de San Antón observa acurrucado en un portal a un mendigo aterido de frío:
-¿Qué haces ahí? Le pregunta.
- Estoy muerto de frío, estoy esperando que enciendas la hoguera.
La imagen le conmueve. Rompiendo la tradición y sin esperar a las autoridades prende la leña antes de lo previsto.
- ¡Son las dos. Siempre la enciendo a las cuatro, pero hoy no vas a pasar más frío!
El suceso lo recoge Vicente Prats Esquembre en el libro La ermita de San Antón (1998), del testimonio de Florencio Guillén Galipienzo, nieto de Toquis Nonis. En el año 2006, Romualdo Moreno Torres realiza unas plumillas de una gran sensibilidad artística sobre el suceso, y Julio Guillén Domene, biznieto de Florencio Guillén Martínez, y su esposa Carmen Sierra, las donarán, junto a un pergamino que explica los hechos, a la Asociación de Vecinos del Barrio de San Antón en 2007.
Recordando esta vivencia que rescata para la memoria colectiva un acontecimiento entrañable, popular y lleno de sutiles emociones, la A.VV. del Barrio de San Antón decide con el patrocinio y apoyo de la familia Guillén, y con Julio Guillén como representante de la misma, la realización de un cabezudo de Florencio Guillén Martínez, Toquis Nonis, a partir de una fotografía de la que Antonio Gómez de Corporajet realiza el primer boceto, el cual el artista alicantino Pablo González, de la empresa Decocreative, desarrolla y crea.
El pasado 16 de enero, víspera de San Antón, acompañado por la magia de las dulzainas y el tamboril del grupo Taritaiteros de Caudete que interpretaron Toquis Nonis enciende la hoguera, marcha para dos dulzainas y caja, compuesta especialmente para la ocasión por la sensibilidad y generosidad de Francisco Serra Martínez, Toquis Nonis apareció en la plaza Pascual Domenech ante la expectación y el entusiasmo del público, para cumplir con su esperada presentación y el rito del encendido de la hoguera, en esta ocasión de la mano de un descendiente de Toquis Nonis, su tataranieto, el niño Florencio Guillén Pérez, y del señor alcalde de la ciudad, Javier Esquembre. Acompañaron a Toquis Nonis dos cabezudos de la Asociación Ermita de San José como padrinos de lujo, el Orejón y el fraile, llevando a cabo un hermanamiento especial con los gigantes y cabezudos de San José y El Rabal que coordina Nuria Espinosa, alma del grupo de Las pencas de La Laguna y los nabos del Pinar.
A continuación Pepe Cabanes y Francisco Serra del grupo Jvglàrea interpretaron magistralmente la canción Florencio y el mendigo (incluída en su Cd La plaza del beso editado en marzo de 2016), con música del mismo Pepe Cabanes y letra de un servidor, que desarrolla la historia de Toquis Nonis cuando sin esperar a las autoridades y de manera generosa y humanitaria encendió la hoguera para que un mendigo se calentase y no pasara más frío.
El acto fue conducido y diseñado magníficamente por José Ramón Morales, secretario de la A.VV. de San Antón y activo organizador de los actos en honor al santo. Desde un balcón de un edificio que da a la Plaza Pascual Domenech, donde se instala la hoguera, y que según César López Hurtado albergó con anterioridad y hace más de cien años el Teatro La Armonía, Morales comentó importancia de la recuperación por parte de la Asociación del Barrio de San Antón, los ermitaños de la Orden de la Tau y la familia Guillén, de la figura de Florencio Guillén Martínez, Toquis Nonis. Así mismo agradeció el esfuerzo y apoyo a todos los que han participado y colaborado: familia Guillén, Ermita de San José, Los juglares del Lute, Pepe Cabanes y Francisco Serra, Virtu Ribera, Pepe Muñoz, Fran Domene, etc. Explicó quién era Toquis Nonis señalando además que estuvo encendiendo la hoguera varias décadas e hizo mención a un texto escrito por José Guillén Hernández de su libro Estampas villeneras, el cual fue reproducido en audio y grabado previamente con las voces de Virtu Ribera y él mismo, que habla de las fiestas de San Antón, San José y Las Cruces. Señaló además que por las calles de este barrio hace más de cien años corretearon Ruperto Chapí, Aquilino Juan Ocaña o el mismo Toquis Nonis. Chapí vería la Torre del Orejón nada más salir de su casa, y que a buen seguro todos pasarían a las 12, más de una vez, a observar desde la Plaza Mayor cómo se asomaba el Orejón desde su torre, todo un espectáculo. Villena y sus habitantes se renuevan, dijo, pero no queremos olvidar el pasado, es más, queremos rescatarlo y difundirlo, son nuestras raíces.
Una tarde entrañable con un acto lleno de emociones que finalizó con la tradicional traca, las fotos con los cabezudos y al que asistieron entre otros, el señor alcalde, diversos concejales, el presidente del Barrio de San Antón, José Antonio Esquembre, y su junta directiva, Julio Guillén, Carmen Sierra y familia Guillén; Antonio Gómez, presidente de la Asociación Ermita de San José, Nuria Espinosa, Pablo González, creador del cabezudo, así como Ángel Sánchez Navarro, vecino del barrio que durante muchos años colaboró en el encendido de la hoguera, además de un numeroso público que abarrotaba la plaza y que disfrutó de unos momentos memorables cuya culminación fue el encendido de la hoguera con una cepa por el joven descendiente de Florencio Guillén Martínez, tal como lo hacía su tatarabuelo hace más de un siglo. En definitiva, una magnífica jornada de fiesta popular, de tradición, de recuperación de la memoria de personas como Florencio Guillén que supo anteponer la ayuda desinteresada al necesitado antes que el protocolo del encendido de la hoguera y cuyas cualidades humanas lo dignifican y nos honran como ciudadanos.