Fiestas

Tradiciones férreas y flexibles

La tradición se sustenta en aquello vivido y legado por nuestros antepasados. Una Caja de Pandora heredada de aquellos a los que siempre tuvimos un especial cariño. Así consideramos y defendemos nuestros valores, creencias y costumbres. Tradición es fiesta y cultura, es sabiduría popular trasmitida oralmente entre generaciones. Un pacto no firmado, pero arraigado en el compromiso.
Cambiar una tradición supone generar recelo al no tener asegurado el éxito, al igual que crea miedo, por no ser fieles a quienes nos dejaron su herencia. Apostillaba el poeta Vicente Alexandre que tradición y revolución son palabras idénticas. Como vemos, encontrar un equilibrio razonable es, cuanto menos, complicado.

Existen aquellos que no desean respetar las tradiciones, quizás por “romper” con lo establecido, ignorando ciertas sensibilidades. Pero dentro de los tradicionalistas, existirían dos claras tendencias. El “férreo”, aquel que toma por bandera su tradición, esa que hay que mantener y acatar a toda costa. Es capaz de poner el grito en el cielo a raíz de cualquier pequeño cambio. En el otro extremo, estaría el tradicionalista “flexible”, aquel que, manteniendo la esencia, se adapta a los nuevos tiempos, amparando una tradición dinámica, con capacidad de transformación, pero sin perder su verdadero sentido.

Los cambios se realizan generalmente porque existe consenso y coherencia. En otros casos, porque el rodillo del tiempo pasa por encima de ellos sin compasión. Esto ha sucedido, está sucediendo y sucederá en muchas facetas de la vida. A menor escala sucedió en nuestra ciudad cuando se produjo la participación de la mujer festera.

“Guerra de sexos festera”
Me piden que escriba un pequeño artículo acerca de la presencia activa de estos 25 años de la mujer en la fiesta y de los avances conseguidos en este particular. Esta exclusiva “guerra de sexos” festera sigue abierta en otros frentes, supuestamente más importantes que el villenense, donde tienen mayor peso los tradicionalistas “férreos” que, como es normal, no ceden un ápice en sus posturas. Siendo riguroso, expondré algunos aspectos relativos al tema que nos ocupa, dentro de la Asociación que represento.

Como bien sabemos, el cambio de fecha de la Romería, aparte de generar malestar en algunos sectores de la población, invitó a la participación masiva de romeros y romeras. En la actualidad, multitud de mujeres portan las andas de nuestra Patrona. Un hecho normalizado, pero que no siempre ha sido así. Hubo algunos pasos previos.

Sí existe un acto establecido por la Junta de la Virgen tradicionalmente para mujeres, el organizado durante la mañana de la celebración de la Romería. En un inicio, tras la celebración matutina de la Santa Misa, la Sagrada Imagen, al descender de su camarín, era llevada directamente hasta la parte posterior de la Iglesia, donde actualmente se encuentra la pila bautismal. Allí permanecía hasta el inicio de la Romería. En ese recorrido de apenas cuarenta metros, eran muchas las mujeres que se agolpaban para portar sus andas. Ese era el único momento en que se permitía a las mujeres llevar a Ntra. Sra. María de las Virtudes. El desorden y alboroto se mostraba evidente, por la gran demanda de féminas para tan poco recorrido.

En un primer cambio “flexible”, se llegó a la conclusión de que la única opción para que todas las señoras y señoritas pudieran llevar la Sagrada Imagen, es que dieran vueltas por el interior de la iglesia. A su finalización, las andas quedarían al costado del altar para presidir la Santa Misa de despedida mirando hacia los fieles.

En la actualidad, este acto dura casi dos horas y la Virgen es portada por el interior del templo, superando la treintena de pasos frente al altar. Como ancestralmente, solamente puede ser portada por chicas, los únicos hombres que se sitúan cercanos a la Sagrada Imagen son los que organizan los cambios de grupos. Se consolida tradicionalmente que el último turno lo realicen las camaristas de la Virgen y las mujeres de los directivos de la Junta. Este constituye un acto esperado y consolidado, contando con la participación masiva de mujeres que hacen de este un evento emotivo y muy especial.

Imposible de concebir
Este acto era el único momento en que las mujeres participaban activamente y portaban las andas de la Sagrada Imagen. Durante la Romería no les fue posible, hasta que otro presidente “flexible” lo adaptó y dio luz verde para que las señoras y señoritas pudieran portar las andas durante el trayecto de la Romería. En su inicio, los tradicionalistas “férreos” se rasgaron las vestiduras, mostrando evidente malestar. Hoy por hoy, en pleno siglo XXI, sería imposible concebir este acto sin la presencia femenina.

Se ha andado mucho, y sin duda, queda mucho por andar. Hay algunas costumbres que caen por su propio peso. Sin embargo, existen otras que no deberían cambiar en cuanto a su esencia. Hay quienes aprovechan el río revuelto de las tradiciones para arrimar el ascua a su sardina. Cuando bajo el escudo de la crisis o por un excesivo afán de protagonismo, se pretenden cambiar valores, creencias y costumbres, es momento de echar la vista atrás y entender el verdadero significado de nuestras fiestas.

Comprenderlas nos invita a avanzar con paso firme y seguro. Un movimiento que se debe de mostrar necesariamente andando. A veces es necesario retroceder un paso hacia atrás para tomar un renovado impulso que nos lance irremisiblemente hacia delante.

Sigamos andando cada día. Razonablemente propongamos, dispongamos, flexibilicemos tradiciones y tomemos verdadera conciencia para, entre todos, solucionar nuestros problemas.

Toni López

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