Tras el disfraz de ratón
Abandonad toda esperanza, salmo 206º
Cuando Mondadori anunció que se disponía a editar cómics, los que admirábamos su catálogo -Chester Himes, Bret Easton Ellis, Michael Chabon, David Foster Wallace, Cormac McCarthy, J. G. Ballard y así ad nauseam- nos frotamos las manos y les (nos) deseamos la mejor de las suertes posibles. La fortuna se confirmó cuando anunciaron que uno de sus primeros lanzamientos iba a ser Maus, el tebeo que todavía hoy puede presumir de ser el único en haber ganado el Pulitzer.
Gracias a esta obra sobre el genocidio nazi que ya recomendé en su día, el nombre de Art Spiegelman ha conseguido superar las fronteras del medio para ser reconocido por los amantes de la cultura universal. Pero Spiegelman es mucho más que aquel joven que se disfrazaba de ratón para reencontrarse con su padre, superviviente de Auschwitz, en una obra llamada a perdurar hasta el fin de los tiempos. Spiegelman es también el padre de Raw, publicación clave del underground tal y como nos recuerda Breakdowns, cuyo subtítulo explica: "Retrato del artista como un joven...". Pero no teman aquellos a los que James Joyce les produzca sarpullidos, porque la huella del autor de Ulises se queda en la cubierta. Breakdowns es un cómic puro, arte secuencial en la mayor y más excelsa expresión del término; una antología de tiras de corte autobiográfico en las que su autor reflexiona acerca de la condición intrínseca del artista. Una obra maestra de la historieta con una edición bellísima acorde con su contenido.
Aunque para filigranas de la edición, échenle un vistazo (a poder ser con rapidez, pues se trata de una edición limitada) a lo que ha hecho Mondadori con Be a Nose! , o lo que es lo mismo, los cuadernos secretos de Art Spiegelman: tres facsímiles que reproducen otras tantas libretas de bocetos, y en los que a partir de una secuencia de Un cubo de sangre, la película de serie B de Roger Corman, Spiegelman continúa con su reflexión acerca de las dificultades con las que se encuentra a diario cualquier creador, sea cual sea la disciplina por la que haya optado para expresarse. Una gozada para los sentidos.
Una de las características más gozosas del acervo cultural es que nunca deja de sorprenderte: siempre pensé, pues así lo afirman muchas fuentes, que la película The Wild Party estaba basada en el caso real de 'Fatty' Arbuckle, estrella del cine mudo que tras ser acusado de violación vio hundirse su carrera estrepitosamente. Pero resulta que el film de James Ivory adapta un poema homónimo de 1928 cuyo autor, Joseph Moncure March, había pasado a un discreto olvido. Hoy esta composición erótica en su día censurada y retirada de la circulación vuelve a las librerías en una edición exquisitamente ilustrada por Spiegelman, que aquí compone una versión paralela cuyas ilustraciones casi pueden leerse de corrido, y donde muestra influencias variadas que van de Picasso a Charles Burns. Eso sí: no sé cuánto hará esta obra por la recuperación de un escritor que fue el responsable de que William Burroughs quisiera dedicarse a la literatura, pues los catálogos la referencian más como un título del dibujante que de March, cuyo nombre aparece discretamente en la portada a un tamaño bastante menor que el del primero. No es fácil regresar del purgatorio de los escritores olvidados.
Breakdowns, Be a Nose! y La fiesta salvaje están editados por Mondadori.