Cultura

Trenes perdidos

Ahora a mí, como antes a otros, me acorralan en ocasiones las circunstancias. La semana pasada, sin ir más lejos, se me quedaron en el tintero las exposiciones de Chispes y Navarro. También, y tiene delito, el estreno del musical Catherine Harker, y ya en racha las actuaciones que se llevaron a cabo durante las Jornadas Solidarias de los Piratas.
Çe la vie, no tuve otra, como posiblemente esta semana me perderé las inauguraciones que Vicente Molina y Jero Martínez presentan en el Túnel y el Colosseo respectivamente. Pese a todo tengo que agradecer a mi memoria su velocidad para ignorar grosso modo el resto de eventos que he dejado escapar en los últimos meses. De tener todos presentes el gramaje de culpabilidad que engrosa la sucia conciencia no me dejaría dormir. Ante tales circunstancias uno no llega a adivinar si el cuerpo humano es sabio o si únicamente lucha por la propia supervivencia.

Tampoco diré que me encuentro recluido. Sería mentirles, queridas personas, faltar a la verdad dicho como se dice ahora. Pero les diré que mis incursiones en el foro social no dependen ahora de mi propia voluntad o interés. Aclaro esto para contarles por fin que hace unos días conocí a Gastón Segura, un escritor cuyo arraigo al humus de nuestras tierras nos presenta su última novela. Cervezas de por medio y con el cielo bien oscurecido tuvo lugar el encuentro. Él había terminado de grabar una entrevista en los estudios de esa televisión conocida por todos, sí, esa que difunde ritos y costumbres de lugares dónde el que recorre España con una mochila no alcanza. Yo andaba todavía tomando tapas y cervezas en compañía. Él se sumó al círculo y yo comencé el grato proceso de hincar agujas en sus carnes. Movido por la curiosidad y por esa pequeña irritación que me produce no conocer a un artista con huella en nuestra tierra, me asalta un irrefrenable deseo de atropellar amablemente al sujeto.

Como pueden imaginar, una vez puestos en antecedentes poco les puedo decir al respecto. Que Gastón me pareció una persona con ideas claras y un evidente amor al mundo de las letras. Que junto a él se respira un aire cargado de sustancia, alejado de los vagos celos del éxito. Que su obra comienza a asomar en el panorama literario de este país tan dado a la ponzoña. Que ardo en deseos por comprar la novela que presentará dentro de unos días. Que me alegro de conocerlo y me gustaría que ustedes también lo conocieran. Ya dije: poco puedo decir al respecto: que alienta su agradable conversación y que no comparte mi gusto por la obra de Samuel Beckett, punto flaco que compensa con su afición hacia Gil de Biedma…

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