Tropel de bobos
Cegados por palabras y cantos de sirena, encallamos nuestra derrota
Esta se la debemos a Francisco Rosell, entonces director de EL MUNDO, que en su "A vuelta de página" del domingo veintinueve de marzo de 2020, citaba la amonestación que el sabio Solón hizo a sus contemporáneos. El reformador político, regresando a Atenas tras un retiro voluntario de una década, observando a sus paisanos entregados a la demagogia del tirano Pisístrato, les dijo:
Os prendáis de la lengua y las palabras de un hombre enlabiador y artificioso, mas no miráis, atentos, su conducta. Uno a uno sois una astuta zorra, pero juntos sois un tropel de bobos.
Del elogio particular –"astuta zorra"– al insulto general –"tropel de bobos"–. Todo por descuidar, seducidos por el artificio de la palabrería, lo que más ha de importarnos de un hombre, y en especial de un hombre público, su conducta.
Por sus obras los conoceréis leemos en el Nuevo Testamento (Mt. 7, 15-20), donde también se nos advierte contra los falsos profetas. Pero cegados por palabras, cantos de sirena, encallamos nuestra derrota. Desapercibidos entre sonoras espumas los peñascos del comportamiento, serviles y bobos entregamos nuestros bajeles al naufragio, al abismo submarino.