Turismo marihuanero
El alcalde de Nueva York ha tenido a bien legalizar el consumo de marihuana
Ni en sueños se me pasó por la cabeza visitar la ciudad de los rascacielos, Nueva York. La verdad sea dicha, ni por la cabeza ni por el bolsillo, pues estoy más pelao que una convención de calvos. Una gran ciudad esta que algunos consideran como la más icónica de los Estados Unidos, y puede que del mundo mundial. Según se mire, claro.
Por sumamente raro e increíble que resulte, su alcalde -Eric Adams-, en un alarde de buen juicio, ha tenido a bien, nada más ni nada menos, que legalizar el consumo de la marihuana en la ciudad. Dada esta alucinante circunstancia no me importaría un ápice darme, si hubieren dineros que poder gastar, un garbeo por aquellos lares, alegando en la aduana para poder entrar en el país y, por ende, en la gigantesca urbe, "turismo marihuanero". Y tan pancho.
Vi en una pequeña noticia sobre la ley adoptada por el tal Adams a un abogado, eso aseguró ser, ante una furgoneta color verde -lógico- y con hojas de cannabis de diversos tamaños pintadas sobre ella que vendía la tan preciada sustancia. Esto trajo a mi memoria, no sé por qué, al puesto del churrero que en fechas señaladas suele montar a la entrada del parque de los Salesianos para que, el que aún no lo haya hecho de buena mañana, pueda mojar el churro.
Evoqué además aquella caseta-kiosco también verde de madera del difunto "Tío Jaime" -conocidas eran sus pipas con sabor altamente pasado de moda- que, según días, ubicaba en el Paseo Chapí o en las inmediaciones del antiguo Mercado, convertido desde tiempo ha en la plaza del Rollo, aunque algunos -los más- le dan un nombre referente al sexo femenino.
Como decía. Argüía este letrado porrero que la normativa sobre la autorización del consumo de la planta en la ciudad aún no había sido aprobada, aunque en breve lo estaría. Por ello, la fiscalía no metía las narices en el asunto al tener cualquier medida contraria perdida de antemano, suponiendo un gasto inútil para el ciudadano. Y es que los gringos en cuanto se trata de rascarse el bolsillo -el suyo-, pues ya se sabe: Naranjas de la China.
Soltada a los cuatro vientos su apóloga alocución en pro de esta resolución municipal, el picapleitos compró una bolsita y se dio el piro guardándosela en el bolsillo. Ignoro si después invitó o no a un peta a algún defendido suyo; pero si así fuese, aun perdiendo la causa judicial, el descojono estaría más que asegurado. Vaya que no.
Ya que los de este país y el ridículo van de la mano, podemos esperar cualquier cosa. Podía suponer que de prosperar dicha medida -que prosperará- no sería raro que muchos pretendiesen erigir una estatua a tan humanitario alcalde. Estatua esta que, al igual que la de la Libertad, llevaría el brazo derecho alzado y en su mano sujetaría un gran canuto a modo de antorcha. Conociendo a los USA cualquier cosa que hagan, por inverosímil que parezca, no me altera el sueño.
Y como dijo Woody Allen: "La 'maría' perjudica la memoria y otras cosas que no recuerdo", este que lo es se va a comprarse una caja de pastillas para no quedarse amnésico. Lo dicho; el próximo alcalde de Nueva York deberá ser tuerto, por aquello de que en el país -ciudad- de 'los ciegos' él es el rey. Hasta más poder ver. ¡Au!
Por: Tony Piojo