Un año más el Festival de Títeres de Las Cruces obtiene el respaldo del público
Con la obra El Orejón, ni santo ni ladrón se cerraba anoche la 20ª edición del Festival de Títeres de Las Cruces que ha mantenido, a juicio de los organizadores, la misma afluencia de público que en años anteriores.
Una vez más el Festival de Títeres ha cumplido con las expectativas que esperaban tanto la Casa de la Cvltvra como la Asociación de Vecinos de Las Cruces. La plaza de San Crispín ha estado llena a rebosar en cada una de las tres sesiones que comprenden el certamen. Un público compuesto principalmente por familias con hijos pequeños, se ha dado cita las tres noches que componen el festival para disfrutar de su programación. Todas las noches las quinientas sillas que dispone la organización para acoger a los espectadores resultan insuficientes, los responsables del festival calculan que además de estos quinientos espectadores acuden, al menos, entre cien y ciento cincuenta personas más que se sientan en las aceras, siguen los espectáculos de pie alrededor de la plaza o en el caso de los más pequeños que se sientan en el suelo casi al borde del escenario.
En lo que a programación se refiere cabe destacar la gran calidad de los tres espectáculos mostrados. Si bien el primer día las marionetas de La Estrella lograron meterse de lleno al público en el bolsillo, consiguiendo su complicidad desde el primer momento; la segunda jornada no fue menos: Los cuentos del caballito de cartón que puso en escena la compañía Teatre Bufo, a pesar de que se trataba de una obra con un carácter mucho más intimista también logró cautivar a los espectadores.
Pero quizás el espectáculo más esperado del festival era precisamente el que lo clausuraría. El año pasado los títeres de Salva Puche nos dejaron con la miel en los labios con la obra El primer beso, o el nacimiento del Orejón de Villena, aquella obra finalizó con un Orejón recién nacido que portaba un cartel en el que se podía leer Continuará. Y ha sido precisamente este año cuando ha tenido lugar la representación de la obra El Orejón, ni santo ni ladrón en el que un Otilio (el Orejón) ya adulto y padre de un bebé recién nacido, que es la viva estampa de su progenitor, se ve en la necesidad de convertirse en un vulgar bandido para mantener a su familia, recalando finalmente con sus huesos en Villena, la tierra que lo vio nacer. Pero finalmente el gran corazón que posee Otilio le impide cometer fechorías.
La espera de un año, a la que nos ha sometido Tracalet Teatre, para conocer el resto de la historia ha valido la pena; el público asistente disfrutó mucho con los guiños que desde la barraca de los títeres se les enviaban. El propio Salva Puche reconocía al final de la representación que su pretensión era la de que lo pasaran bien tanto los niños como sus padres. Y hay que decir que, a vista de los resultados obtenidos, la pretensión del creador de la obra ha sido cumplida, pues las sonrisas eran visibles a partes iguales entre los padres como en los hijos.
Para la dirección del festival es un orgullo poder ofrecer en el Festival de Títeres de Villena una obra inspirada en nuestra cultura propia y realizada íntegramente por profesionales del teatro y de la música de nuestra ciudad. Porque además del trabajo realizado por Salva Puche, hay que destacar también el importante papel que desarrolla Rafa Parra en la obra, ocupándose no solo de la composición de la música de la obra, sino también de la interpretación en directo de la misma.
El respaldo que da cada año el público al Festival de Títeres es el mayor aliciente que reciben sus organizadores, para ponerse a seleccionar casi de inmediato los tres espectáculos que darán forma a la 21ª edición del festival que se llevará a cabo los días, 5, 6 y 7 de agosto de 2014.