Un cáncer por imagen
Un paciente que no se rinde es hermoso (Sharon Blynn, paciente). Hay un velo que cubre el dolor de enfrentarse con la realidad: en esa vorágine de contradicciones cuando te diagnostican que estas enfermo, hay muestras inequívocas del tratamiento oncológico. Debes afrontar varios frentes, pero quizás lo que más duele es tener otra imagen distinta en tan poco tiempo, que ni para las más atrevidas, han podido atravesar la frontera de ser o de sentirte distinta, y, no tanto para ti sino para un espejo que nada engaña.
No has vestido tu cabeza desnuda de la moda de turno porque este año te sientes herida, por una enfermedad de dentro que se ve afuera. Y valiéndote del valor que has tomado como defensa, cubres tu cabello por un pañuelo de seda. Escudo protector de tu apariencia. Has conocido tu vulnerabilidad pero también tu fuerza. Has descubierto que la belleza está más en el interior que en las apariencias y te regalas cada día sentimientos bonitos para animarte, porque piensas que una calva también es bella, sólo la cubres como rechazo de la sociedad. Y tu pañuelo le dará un aire distinto a tu imagen, que preocupa pero no es lo que de verdad importa. Cubres tu cabeza, como un tratamiento a tu calvicie (dura prueba), y sigues tu camino en los pasillos hacia la quimioterapia. Cuando estás arropada por los amigos, por tu familia, te sientes bella, y cuando los demás valoren que no haría falta cubrirte con un pañuelo sería realmente hermoso.
Hay pañuelos llenos de amor para los pacientes de cáncer, que devuelven autoestima y que consiguen un valor para afrontar el día a día. Pero hay rostros que no deberían ser cubiertos porque hay tanta belleza en ellos, y porque mostrarse ante el mundo como te va la vida te dignifica.