Un ejército de Ángeles
Llevo año y medio padeciendo esta terrible enfermedad que asola a los humanos en pleno siglo XXI y que conocemos por cáncer. En mi caso ha ido progresando hacia el empeoramiento paulatino y gradual. Aunque este hecho lo único que denota es que el oncólogo ha tenido que coger nuevas armas, como la quimioterapia, para introducir como un poderoso ejército en mi cuerpo y de este modo poder arrasar de una vez por todas las malditas células malignas.
Aunque con independencia de mi dramática situación personal, que es igual que la de miles de personas que padecemos esta dolencia en nuestro planeta, quiero hablar, quiero escribir, en estos días de Navidad, en estos días de esperanza y alegría globalizada. En estas jornadas del recordatorio del nacimiento del Niño Jesús, en los más humilde de los pesebres y lanzar al mundo mi alegría y satisfacción por muchas razones. Por a ver nacido en un país como España. Donde la sanidad pública es excelente y completa. Aunque los políticos de turno pretendan cargársela, con privatizaciones, etcétera. Aunque van a tener que hacer mucho esfuerzo para desmontar un trabajo bien hecho, de tantos años y años de sacrificios. Ya que trabajan miles de profesionales (médicos, enfermería, celadores, personal administrativo) dando su vida y lo mejor de ellos mismos, por atender a los enfermos y ser un referente a nivel mundial de una sanidad pública, humana, desinteresada, universal y gratuita.
El otro día vi en un video en Youtube a este médico de Alicante, que habló en la TV, en un programa de Intereconomía. Carlos Javier Lledó, mi querido amigo del alma. Denunciando la situación precaria y de extrema necesidad de sus pacientes, en el ambulatorio de la Virgen del Remedio. Zona cero de la pobreza y la emigración de nuestra ciudad. Zona cero del desamparo y desidia radical de los políticos locales y autonómicos de nuestra Comunitat. Ya estamos hartos, tenemos la obligación de levantar nuestras voces para denunciar la precaria situación de la sociedad a la que nos están conduciendo estas personas que nos están gobernando, carentes de moral y vacías de proyectos y esperanzas.
Los enfermos oncológicos estamos muy sensibilizados en este tipo de situaciones, porque dependiendo de los cambios, así nos puede afectar en nuestros tratamientos. Pero bueno, estamos en Navidad y un servidor está pasando los primeros desgarros (días) de mi químio y lo único que pretendo es dar las gracias en estos días en que todo se comparte y las personas parecemos mejores. Al servicio de oncología del hospital universitario de Alicante, referente nacional y europeo, con el Doctor Masuti al frente. A mis Ángeles de la guarda, los doctores Meana y Gandulla (médico de familia). A los doctores de la unidad del dolor. Al hospital de día, de este mismo hospital general, a todas las enfermeras y enfermeros que conforman un verdadero cielo, tratándonos a todos los enfermos oncológicos con esa humanidad y profesionalidad que se hace palpable en el ambiente. Poniéndonos los tratamientos que nos prescriben, estando ahí, para asesorarnos e incluso consolarnos cuando nos desesperamos y los llamamos por teléfono. Sobre todo, cuando tenemos nauseas o se nos quitan las ganas de comer, porque todo nos sabe amargo como la hiel. El trabajo que hacen estos médicos y personal de enfermería es loable y digno de mención. Por eso mi agradecimiento y el de los enfermos oncológicos, que conformamos la población afectada por este mal, que nos azota de esta manera tan cruel y dramática, de esta enfermedad que nos da miedo hasta pronunciar, pero que está ahí acechando, día a día.
Aunque estos días rompen toda barrera psicológica de tristeza y oscuridad y nos debemos centrar en celebrar con los nuestros con alegría y esperanza este recordatorio del nacimiento del Niño Jesús en un portal de Belén, que vino al mundo para liberarnos del yugo del pecado. ¡Feliz Navidad!