Un nuevo “tesoro” para Villena
“Helianthemum bilyanense”, la planta que lleva el nombre de nuestra ciudad
Este mes de julio, se ha publicado en Plant Biosystems –revista internacional de reconocido prestigio en el ámbito de la Botánica–, una nueva especie de planta, que aumenta la biodiversidad mundial conocida hasta el momento. La peculiaridad de esta nueva especie, y por lo que pasa a considerarse otro de los “tesoros” que tiene Villena, es que se ha descubierto en el término y cuatro investigadores estudiosos de la flora alicantina le han puesto el nombre de la ciudad, en su forma árabe, Helianthemum bilyanense Serra, J.C.Hern., M.Á.Alonso & M.B.Crespo .
Se trata de una planta pequeña y leñosa, postrada en el suelo, con unas vistosas flores amarillas, que en la morfología floral es similar a otras jarillas de nuestro municipio –pertenecientes a mismo género y la misma, las Cistáceas–, pero sus caracteres vegetativos (hábito y hojas) son completamente diferentes y permiten reconocerla fácilmente. Existe una especie con morfología similar a la villenera, y que también se desarrolla en una ecología similar, suelos salinos y con yesos. Esta otra especie, denominada Helianthemum polygonoides Peinado, Mart. Parras, Alcaraz & Espuelas, crece exclusivamente en los saladares de Tobarra, en la vecina provincia de Albacete, y como la planta de Villena también está sometida a impactos que la pueden hacer desaparecer. Pero, aunque compartan similitudes, en el artículo publicado por los investigadores alicantino se ponen de manifiesto las diferencias morfológicas y genéticas que las separan.
Fue descubierta por José Carlos Hernández, el actual presidente de la asociación ecologista local “Salvatierra”, un buen conocedor del término y de su flora, que trabaja por la conservación del territorio en contra de las especulaciones del suelo. En sus prospecciones de los terrenos en los que se tiene prevista la instalación de “huertos solares”, se encontró con esta planta, y en seguida se percató de la rareza de la especie y se puso en contacto con el agente forestal Lluís Serra, botánico de formación, que le puso en la pista de que podría ser una especie nueva.
Éste a su vez llevó pliegos de esta planta a la Universidad de Alicante, donde el profesor Manuel B. Crespo y la profesora Mª Ángeles Alonso –miembros del grupo de Investigación de “Botánica y Conservación Vegetal” de esta universidad, siguieron con el trabajo morfológico que ya estaban realizando e incorporaron técnicas micromorfólogicas y de genética molecular; un minucioso trabajo que ha llevado casi un año a los investigadores. Dichas técnicas molecular permiten comparar diferencias en el genoma entre las diferentes especies del género, estableciendo árboles filogenéticos; una técnica imprescindible para el taxónomo del siglo XXI. Realizado este trabajo y cuando el manuscrito estuvo preparado se envió a la revista indicada, y fue sometido a diferentes revisores internacionales.
Después de pasar este proceso de revisión crítica, y tras las pertinentes correcciones, dieron su aprobación para que la especie pudiera ser publicada como nueva para la ciencia. Ahora ya ha pasado a los anales de la historia: la primera planta endémica de Villena, descubierta por un villenero y siendo dos de sus autores vecinos de esta ciudad; siendo además destacable, dicho sea de paso, que se trata de la primera especie de planta de nuestro término que tiene una autora femenina.
Como es un endemismo de la vereda de Cabrera, en Villena, que cuenta con un escaso número de individuos y una reducida área de ocupación (sólo se conoce una población), esta especie se propone que se considere “en peligro crítico” (categoría CR), según los criterios del IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos), debiendo ser incluida en las “listas rojas” española y valenciana como “en peligro de extinción”.
Por todo ello, es urgente que se redacte un plan de conservación, estudiando la población desde el punto de vista de su variabilidad genética intrapoblacional, para conocer su estado actual y poder aplicar políticas de gestión y conservación a futuro. Además, la localización geográfica de esta nueva especie habrá de tenerse muy en cuenta a la hora de revisar la ordenación del territorio, en lo relativo a la problemática actual relacionada con los campos termosolares que se prevé establecer en nuestro territorio. Las administraciones públicas, pues, tienen que decidir si salvar la biodiversidad o destruirla, a sabiendas de lo estarán haciendo.
Se puede consultar el artículo en el siguiente enlace: https://doi.org/10.1080/11263504.2023.2231939