Un país de bandoleros
Érase una vez un país donde sus habitantes vivían muy bien. Un país que era la octava potencia del mundo. Un país ejemplar, ya que después de más de cuarenta años de dictadura, cambió de sistema de forma pacífica y consensuada a una monarquía parlamentaria.
Una nación de personas emprendedoras y con ganas de trabajar. Un país donde el desempleo no superaba el siete por ciento de su población activa. Una tierra de oportunidades que aprovecharon muchas personas de otros países y continentes, para venir a trabajar, buscando un lugar de bienestar para los suyos. Una tierra acogedora y desinteresada, que en muchas ocasiones ha dado más, que ha recibido. Una nación de buena gente, que ha preparado muy bien a sus jóvenes. Saliendo de la Universidad chicos y chicas, con una excelencia académica en diferentes sectores de la sociedad laboral, sanidad, derecho, información, investigación, arquitectura, etcétera.
Una generación de jóvenes a los que les han impuesto el sobrenombre de generación perdida. Ya que con la coyuntura de empleo actual, se tienen que ir a otros países, para encontrar trabajo y poder ejercer sus carreras. Qué derroche de inversión, que no se va a rentabilizar en nuestra tierra. Qué desastre a nivel económico y social, que esta generación de jóvenes que han hecho muy bien sus deberes, tengan que partir al extranjero para poder subsistir y fundar su propia independencia económica y social.
La octava potencia económica mundial se ha ido al traste, ahora somos el culo de la UE. Y no solo por la crisis económica globalizada, si no por los políticos mediocres y poco preparados que hemos tenido gobernando el país y que según circula por internet son más de cuatrocientos cincuenta mil en toda España.
Políticos que lo único que han sabido hacer es llenarse los bolsillos propios a base de corrupción de todo tipo. Los poderes económicos y financieros, que son los que gobiernan realmente el mundo. El dinero, el vil metal, que la gente mata por conseguirlo, esa es la cruda realidad.
Cuando oímos con impotencia, las personas que han sido estafadas por la CAM, robándoles todos sus ahorros, personas humildes y trabajadoras, con las tan oídas participaciones preferentes y que las vendieron a los pequeños ahorradores como producto estrella disfrazándolas, como si de plazos fijos se tratara, con una buena rentabilidad. Pobres mortales, todos los ahorros de una vida cogidos y que no saben si los recuperaran algún día.
Ahora Bankia, otro desaguisado que tenemos que pagar los parias con nuestros impuestos, para que no se declare en quiebra. Pues me van a perdonar ustedes estimados lectores, pero estamos en un país de bandoleros.
El grave problema está en que las personas responsables de estas malas gestiones no den con sus huesos en la cárcel, ya que esto no interesa, porque todavía los tenemos que mantener. El asunto trascendental es que nadie devuelve los dineros robados.
Si todos los políticos corruptos, financieros, etcétera, que son una nueva casta que ha emergido en la sociedad actual de delincuentes de guante blanco devolvieran el dinero usurpado a los ciudadanos, nuestro país no se vería abocado en la bancarota, en que se haya en la actualidad.