Editorial

Un problema eterno

Como muchos de nuestros vecinos pudieron comprobar, con evidente preocupación, el pasado domingo, cambian los tiempos, los gobernantes y las circunstancias, pero hay algo que sigue inevitablemente igual que siempre en nuestra ciudad: los problemas que causan las lluvias apenas cae un pequeño aguacero como el del pasado domingo, que volvió a hacer sonar las alarmas y causó los daños de “costumbre” en los lugares de “costumbre”.
No será porque no sabemos que, a finales de verano, la costa mediterránea española –y también el interior de dichas regiones, donde se ubica Villena– es víctima de eso que los entendidos llaman “gota fría”, una perturbación atmosférica que puede provocar precipitaciones excepcionalmente violentas e intensas durante unas horas o días, acompañada de numerosos rayos y de granizo. Y obviamente, también sabemos más que de sobra –especialmente los sufridos vecinos– las zonas de nuestra ciudad que, por diversos motivos, se van a ver especialmente afectadas, dificultándose sobremanera el tráfico y poniendo en grave riesgo los vehículos y enseres que muchas personas guardan en sus cocheras subterráneas.

Así las cosas, se nos plantean fundamentalmente dos dudas que al parecer tienen difícil respuesta. En primer lugar, y centrándonos en lo ya hecho, ¿cómo es posible que la urbanización San Antón –cuyos vecinos pagan uno de los IBI más altos de toda la ciudad– siga sin contar con un alcantarillado digno del tal nombre? ¿Van a tener que seguir viendo cómo se anegan sus cocheras cada vez que llueven cuatro gotas? O cambiando de barrio, ¿es que no hay forma humana de evitar que el agua alcance más de un metro de altura en la Plaza de la Virgen, inundando cocheras y dañando a los vehículos que, poco precavidos, circulan por ella?

La segunda duda es más grave si cabe, pues si en el primer caso uno puede llegar a pensar que lo construido, construido está, y no cabe sino poner parches para intentar solucionar el problema, lo que no se entiende de ninguna de las maneras es que infraestructuras nuevas, algunas de cuales no están ni terminadas aún, sucumban ante la lluvia demostrando una total falta de previsión por parte de proyectistas y responsables de las obras. Sin ir más lejos, cuesta mucho asimilar que el carril-bici que conduce al polígono El Rubial, construido hace cuatro días, quedara totalmente inservible al ser cubierto completamente por el agua. ¿A nadie se le había ocurrido que podía suceder algo así? ¿Quién fue el encargado de dar el visto bueno al proyecto? ¿Nadie va a exigir la modificación de la obra?

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