Una ausencia italiana
Abandonad toda esperanza, salmo 322º
La historia de la desaparición de Pier Paolo Pasolini, asesinado en circunstancias que casi cuatro décadas después todavía no se han esclarecido del todo, es la historia de un delito; así se llamó precisamente una película sobre el tema: Pasolini, un delitto italiano. Pero también es, como no podía ser de otra forma, la historia de una ausencia. Así lo recuerdo yo, cuando pienso en ello: como un paraje solitario y casi baldío en la playa de Ostia, donde dejó de existir terrenalmente y en donde se alza solitaria una estatua de arte moderno en su memoria. Un lugar al que regreso una y otra vez junto con Nanni Moretti, como si ambos fuésemos los culpables (que, dicen, siempre vuelven a la escena del crimen), en la secuencia final del episodio "En vespa" de Caro diario, una de las películas que más veces he visto y disfrutado en mi vida, y en la que el realizador rendía homenaje al poeta, dramaturgo y director de cine acompañado por las notas improvisadas del Köln Concert del maestro Keith Jarrett.
También una vespa es el medio de transporte que elige para acercarse a aquella playa el autor de cómic Davide Toffolo, que en su Pasolini rememora la figura del autor de Accatone mediante un curioso recurso: mezclando autobiografía y diario, reportaje y falso documental, influido por el periodismo en viñetas de Joe Sacco y quizá también de las historietas de Étienne Davodeau o su compatriota Gipi, el autor se muestra a sí mismo como el entrevistador de un sosias de Pasolini que afirma ser él redivivo, y cualquiera le lleva la contraria dado su indudable parecido físico y el hecho de que por su boca no salgan sino las palabras que aquel intelectual católico, comunista y homosexual pronunció alguna vez en diversas entrevistas o escribió en negro sobre blanco en cualquiera de sus múltiples artículos de opinión. El resultado es una novela gráfica tan osada como fascinante, y de lectura absolutamente indispensable para los que todavía nos acordamos, aunque sea solo de vez en cuando y menos de lo que deberíamos, de aquel boloñés que nos dejó el 2 de noviembre de 1975.
Durante su investigación Toffolo se pone en contacto con una especialista en la obra de Pasolini a la que solo se refiere con el nombre de pila de Francesca. Muy bien podría tratarse de Francesca Falchi, autora del libro Pasolini y la cultura española, en donde la también actriz y dramaturga refleja la relación del italiano con los poetas de nuestro acervo literario que le marcaron particularmente. Pasolini cita sobre todo a Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado como dos de los escritores que más le influyeron en su concepción del ars poetica, y el presente libro nos da la oportunidad de descubrir la influencia que tuvieron en su obra más temprana, escrita en dialecto friulano, los poetas catalanes que utilizaban su lengua materna para construir un corpus poético. Así pues, estamos ante un estudio de literatura comparada de indudable interés y que, en el caso de los lectores españoles, nos acerca todavía más a la figura, inmortal pese a quien pese, y créanme que a más de uno le pesará, de Pier Paolo Pasolini.
Pasolini y Pasolini y la cultura española están editados por 451 y Alrevés respectivamente.