Cultura

Una Casa con 25 años

Como quien no quiere la cosa, quizás debido al período de austeridad, de escasez, de recortes, de limitaciones, de toma de conciencia, nos hemos encontrado casi sin saberlo en plena celebración del cuarto de siglo de nuestra Casa de la Cultura. De ésta. De aquella. Aquella que alabamos por sus maravillosas actividades, por las maravillosas experiencias que nos ofreció. Aquella que situó nuestra ciudad en algún punto del mapa. La Kakv de las extraordinarias exposiciones de artes plásticas, de las Semanas de Cine, de las temporadas de Teatro, de los Conciertos…: La Casa de la Cultura.
Y como quien no quiere la cosa, digo, cumple veinticinco años, coincidiendo con la reincorporación del director que la vio nacer y la acompañó hasta prácticamente su mayoría de edad, José Ayelo. Veinticinco años. Unos mejores y otros, a medida que pasa el tiempo, menos mejores, como la vida misma. Pero veinticinco años que no podemos dejar pasar por alto pese a que se materialicen en actividades con tan poca pompa como las tertulias Retrato cultural de una ciudad; un espacio de encuentro que inició su camino el pasado jueves en la biblioteca Miguel Hernández reuniendo en su primera sesión a tres personas relacionadas con el movimiento teatral desarrollado durante los pasados años en Villena (Juan García Cigarro, Miguel Pérez y yo mismo). La primera parada de un viaje que pretende recorrer la historia cultural de nuestra ciudad a través de estaciones donde nos encontremos con grupos de artistas que han desarrollado su trabajo en las diferentes artes y se ofrecen para relatar en primera persona su visión y experiencias.

Unas cuantas sesiones tomando el teatro como materia, otras recogiendo el testimonio del terreno musical, del plástico, del cinematográfico… Hasta reunir el material suficiente como para entender de algún modo lo que nuestra ciudad ha ido viviendo. Un formato, la tertulia, que permite recordar y recopilar, evaluar y tomar el pulso al corazón cultural de nuestra ciudad. Una actividad que pese a su apariencia minúscula y modesta puede resultar de gran ayuda para detenerse, reflexionar y mirar hacia adelante. Recoger las sensaciones del pasado y del presente de quienes participan activamente en cada ámbito. Y con “activamente” pretendo incluir a todas las personas que conforman el hecho artístico, a uno u otro lado del telón, del lienzo… Ya que el potencial de estos encuentros no reside únicamente en lo que las personas invitadas tengan que aportar, sino en las intervenciones que el público asistente puede introducir en cada sesión gracias al formato propuesto, puesto que acertadamente las introducciones de las personas invitadas ocupan tan sólo un tercio de cada tertulia, propiciando que sean tertulias y no conferencias unidireccionales con turno de preguntas minutos antes de finalizar.

Puede que, del mismo modo que nos hemos topado con el ciclo de tertulias Retrato cultural de una ciudad, nos encontremos en la Casa de Cultura con alguna otra “pequeña” actividad que pese a su menuda apariencia suponga una suma a esta celebración del veinticinco aniversario; no por ser fastuosa o explícita, sino por remitir a la reunión, incluso la reconciliación, en y con un espacio que hemos disfrutado, aprovechado y sufrido, pero que en definitiva nos pertenece. Quizás en este sentido el programa de actividades presentado se haya quedado algo pequeño, poco concreto y demasiado confuso.

Hay que reconocer que esta primera programación de la Kakv sorprendió por la enorme cantidad de actividades a realizar en menos de dos meses (cierto que las vacaciones de Pascua andaban por medio). Imagino que tal masificación provocó la escasa información sobre cada una de las actividades a realizar. Que sumada a una promoción más publicitaria que explicativa, ha tenido un efecto minimizador de las propuestas novedosas, desconocidas para la ciudad. En fin, nada que no se pueda solucionar en el transcurso de las sesiones.

Mientras tanto creo que hay cosas que no hay que perder de vista: por ejemplo la llamada que nuestro Ayuntamiento –como tantos otros a lo largo y ancho de España– a la participación, implicación, en la vida cultural de la ciudad, dado que pese a ser la Cultura una de las partidas presupuestarias que más han sufrido los reajustes austeros, también es uno de los terrenos que mayor solvencia tienen en capital humano. Es el momento de crear y disfrutar de nuestras propias actividades, de tomar los espacios como ciudadanía, los culturales también, en lugar o además de organizar actividades de ocio en nuestros respectivos hogares (de los que a causa del euro cuesta cada vez más salir). Es por tanto un buen momento para volver a tener la Kakv presente, no perderla de vista al menos y desear, como deseamos en todo los aspectos, que vuelvan tiempos mejores.

Para cerrar me gustaría lanzar una pregunta al aire. Leía en el periódico que una larga lista de municipios de nuestra provincia (Novelda, Elche, Elda, Hondón de las Nieves…) se han reunido con la idea de conformar una mancomunidad “cultural” que haga más accesible la contratación de exposiciones y demás actividades. Me ha llamado la atención que Villena no figurara en la lista de personal técnico y político que ha participado en tal reunión. Me gustaría que conociéramos los motivos de nuestra ausencia, porque aunque tan sólo se tratase de una cuestión menor, me temo que poco a poco tenemos que llegar a aquello de “si estamos, estamos”, y si nos volcamos con la vida cultural de Villena es para que se nos considere en todos los sentidos.

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