Una nota de color
Después de tantos días negros, de tanto lazo del mismo color y del pánico financiero que nos ha robado lo tangible y la calma adueñándose también de las portadas de prensa, de las noticias de cabecera y de las buenas tertulias que se precien, he considerado que esta semana nos merecemos un respiro, un poco de aire fresco que nos espabile y nos despeje.
Y me he puesto manos a la obra para encontrar ese tema, el tema que consiga despojarnos de la pegajosa tela de araña que esta cultura de la pleitesía a los nuevos monarcas de corbata y gomina, a los señores del dinero, que siempre ganan, porque gobiernos de todos los países acuden en su auxilio cuando la coyuntura pinta morada y cuando pinta dulce recolectan sus beneficios sin reparto, y que han generado esta maraña que nos va arremolinando a su alrededor silenciosa y traicioneramente para atraparnos sin remisión y sin posibilidad clara de retorno. Y no ha sido fácil. Mire donde mire, los ladrones de guante blanco y paraísos fiscales, los enajenados que se adhieren una bomba y se hace estallar, los mal nacidos que pegan o matan a la mujer, la violencia extrema en aulas o discotecas, los vicios ilegales y el dinero que mueven
campan a sus anchas en todo los medios de comunicación de los que disponemos, ensuciando día tras día cualquier atisbo de que algo bueno seguro que está sucediendo o ha ocurrido.
Pero soy de naturaleza inconformista y no me resigno a pensar que este lugar de paso y de final, que estos días que nos han tocado vivir, se componen tan solo de malas vibraciones y oscuras esperanzas, porque siempre he creído que en la sencillez de los actos y en la humildad de su realización están fundidos gran parte de los éxito que puede darse en cualquier obra o intervención que acometamos. Por ello voy a dirigir esta semana la mirada hacia un importante movimiento que se va generando silencioso y limpio de los afanes de protagonismos inconsistentes, de fotos de apariencia o de grandes beneficios propios a costa de los demás, a los que estamos tan acostumbrados, para volver a hablar de un grupo de jóvenes con tesón y sin perezas, chavales y chavalas con sólidos principios que dan al traste, por ser la nota discordante, con los fríos datos que nos ha dejado la última encuesta sobre jóvenes y su precario comportamiento como alumnos.
Así que me niego a pensar que todos son frutos del mismo árbol, porque esa consideración es injusta si como ejemplo volvemos a tomar a los chic@s que hacen posible el Centro Juvenil don Bosco de Villena y sus diferentes modalidades. Colectivo que regresa pletórico para disfrute de cientos de niños y jóvenes de cualquier colegio y edades comprendidas entre los 10 y los 16 años, y para sosiego de sus padres, que ven cómo son capaces de enraizar en ellos valores de esfuerzo y compañerismo, de colaboración y respeto sin discriminaciones (y en castellano), a través de sus muchas propuestas. Este año vuelve con ilusiones renovadas, con un número de voluntarios que ronda la cincuentena y de nuevo nos preparan dos musicales, el de Preju, que se estrenará en febrero, y el de JU-B, que será para mayo, aparte de todas las actividades que vienen realizando los sábados de 5 a 7 en el colegio Salesiano. Testigo en primera fila de los magníficos espectáculos que fueron capaces de llevar a término el pasado año, sólo quiero desearles mucha suerte para la difícil tarea que vuelven a acometer. Y por supuesto, reconocer públicamente mi admiración hacia ellos.
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