Era un secreto a voces, pero hasta hoy nadie había desvelado las insostenibles cifras de déficit que la nueva piscina cubierta municipal está obligando a soportar al ayuntamiento de Villena, cifradas en unos 200.000 euros más de 33 millones de pesetas en los apenas cinco meses que lleva abierta al público desde que fuera inaugurada el pasado 29 de febrero.
El equilibro financiero de la concesión a 40 años, aprobado por el actual equipo de gobierno pero diseñado por el anterior gobierno popular, aunque luego fuera rechazado por estos últimos, obliga al ayuntamiento a asumir las pérdidas de unas instalaciones y una gestión privada a la que cabe reprochar una equivocada política de precios y horarios, política que ahora será revisada y se espera un Pleno extraordinario en el que el equipo de gobierno modifique ambos criterios, haciendo las instalaciones accesibles a más ciudadanos y compensando unas pérdidas que, en caso de no ser solventadas, conducirán inexorablemente al cierre del Centro Deportivo, medida ésta que algunos integrantes de la coalición de gobierno están dispuestos a tomar, pues tristemente, y en los términos actuales, resulta más barato para los ciudadanos cerrar las instalaciones que mantenerlas abiertas.
Esperemos que estos cambios obren el milagro, aumente el número de usuarios y, de no lograrse eliminar las pérdidas, éstas sean al menos sostenibles en largo plazo para las arcas municipales siempre que las pérdidas no sean elevadas se pueden comprender en términos de mejores oportunidades de salud y ocio para los vecinos, pues de no ser así asistiremos en un tiempo récord al cierre de unas instalaciones que durante largo tiempo han sido un sueño para muchos ciudadanos de Villena pero que pueden convertirse en la peor de las pesadillas para los sucesivos equipos de gobierno y, sobre todo, para los sufridos contribuyentes.
