Una reflexión navideña cualquiera…
Cuando llegan los momentos de la ausencia, comprendes que perdiste algo que era verdaderamente importante…
Y esta Navidad será lo de siempre, o bien más de lo mismo o algo inusual. Entre la nostalgia y el recuerdo, entre el desánimo y el agrado. Volverán a ser opciones, cada cual con una mirada distinta y todas vistas como adecuadas.
Llega la Navidad, con sus gentes, sus celebraciones, sintiendo las tradiciones… Intentando recuperar esa mirada de niño que te ayuda a buscar la nitidez. Con esos momentos que siempre parecen desconocidos, que salen de su letargo y que vuelven a generar una expectación desmedida. Amándola y sintiéndola, volviendo a vivir ese extraño espacio de tiempo que va más lento de lo habitual, donde el recuerdo y la nostalgia tocan de nuevo a tu puerta.
Personas que desean que lleguen estas fechas para destapar el frasco donde guardan esas esencias tan importantes que rememoran esos instantes mágicos, que surgen como soplos puntuales y necesarios. Para volver a vivir épocas de un pasado no muy lejano, cuando estábamos todos, cuando pedías consejo, cuando a los pies de fuego se fraguaban lentamente las castañas entre conversaciones que solo se podían tener en esos momentos, pensando que ese intervalo de tiempo iba a permanecer ahí para siempre.
Encuentros a los que le dabas poca importancia, porque dabas por hecho que nunca serían pasajeros, que eternamente se iban producir año tras año. Pero en la vida todo pasa, y cuando llegan los momentos de la ausencia, comprendes que perdiste algo que era verdaderamente importante y aprendes que la vida es tan efímera como maravillosa.
Llega la navidad, con sus gentes, sus celebraciones, sintiendo las tradiciones… Y existen personas que como, en tantas facetas de la vida, ven en ella una llana y simple duplicación de acontecimientos. Se festeja y celebra algo semejante a lo ya realizado hace doce meses, pero con la salvedad de ser un año más viejo. Más de lo mismo, y se busca vivirla de otra manera distinta, se piensan en cruceros, casas rurales, viajes imposibles… en definitiva, dilemas como en la película “Evasión o victoria”. No se desean buscar los recuerdos. En el fondo saben que pueden ser dolorosos y abrir cicatrices. No quieren vivir esos momentos de sillas vacías, no persiguen ubicar la figura del Belén o poner el adorno en el árbol de Navidad, porque saben que echarán de menos esa mano tan familiar que la colocaba en el lugar exacto, en la rama más oportuna.
Es un hecho que hasta la Navidad puede llegar a generar controversia en esta sociedad tan polarizada. Escribía William Shakespeare en Romeo y Julieta en la escena del balcón, aquello de… "Ámame u ódiame, ambas están a mi favor. Si me amas, siempre voy a estar en tu corazón, si me odias, siempre voy a estar en tu mente".
Estoy seguro que estas dos versiones que parecen tan antagónicas, buscaran el momento para darse la mano en estas fechas tan entrañables, comiendo turrón y alzando sus copas para brindar al cielo. No son tan distintas, en el fondo son dos caras de la misma moneda y vivirán su instante en estas Navidades, donde ambos estados de ánimo terminarán uniéndose en un mismo sentimiento.
Por: Toni López
Extraído del artículo publicado en la Revista de la Agrupación de Fiestas de Navidad y Reyes de las Virtudes, titulado “Una Navidad con sabor a despedida”.