Unos trabajadores más
De ser fuerzas represivas al servicio de un régimen pasaron a ser garantes de la seguridad y libertad de las personas
Lo leímos en LA AVENTURA DE LA HISTORIA, en el número de enero de 2024, en un artículo de Gaizka Fernández Soldevilla, coautor junto a Juan Francisco López Pérez de Allí donde se queman los libros. La violencia política contra las librerías (1962-2018). Y leímos que Enrique Lagunero inauguró en Madrid, en noviembre de 1975, la Librería Rafael Alberti. Establecimiento que por obra de neofascistas sufrió amenazas, pintadas, roturas de lunas y hasta, en noviembre de 1976, un incendio.
El ensañamiento no quedó ahí, restablecida y aun custodiada por la policía, en la madrugada del once de mayo de 1977, desde un coche en marcha disparan contra la Alberti. Ocho balas impactan en los escaparates, dos en un lateral de la puerta. El coche retorna abriendo nuevamente fuego. La policía responde al tiroteo provocando impactos en la carrocería del automóvil y pichándole un neumático. También toman nota de la matrícula y alertan del suceso. Varios coches patrulla salen en persecución y… los terroristas serán detenidos en una gasolinera.
Lagunero agradecerá la actuación policial manifestando: Esta es la manera de que el pueblo español les llegue a ver no como fuerzas represivas, sino como unos trabajadores más que están luchando porque en España se instaure rápidamente una verdadera democracia.
El agradecimiento de Lagunero patentiza una realidad trascendental para comprender una de las facetas claves en la consolidación de la democracia española en los años de la transición; y es esa metamorfosis de las fuerzas de seguridad del Estado, que de ser fuerzas represivas al servicio de un régimen pasaron a ser garantes de la seguridad y libertad de las personas. Como unos trabajadores más.
