Cartas al Director

Valor y al toro

Compruebo que la celebración o no de corridas de toros sigue siendo un tema recurrentemente cansino en Villena. Aunque cada vez con menor repercusión social y mediática. Da la sensación que, emulando a don Tancredo, los Verdes permanecen impasibles mientras soportan las embestidas de la Peña Taurina.
Nunca pensé que Francisco Javier Esquembre y Mariano Rajoy fueran tan semejantes en su manera de proceder. Parece que ambos piensan que, a través de la inacción contemplativa o dejando pasar el tiempo, los problemas se solucionan por sí solos, por arte de magia. Y me refiero, por ejemplo, al asunto del servicio de la recogida de basuras o de la corrupción, respectivamente.

Sin duda, se trata una estrategia interesada y lícita. Pero la que sale perdiendo es la sociedad civil. A un líder político se le exige tomar la iniciativa y asumir decisiones por el bien común porque le va en el cargo y en el sueldo.

El alcalde tiene dos opciones para afrontar esta cuestión de una manera coherente, ahora que dispone de mayoría absoluta. Por una parte, si está convencido desde un punto de vista ideológico y ético de que la tauromaquia implica maltrato y tortura animal, que adopte la decisión unilateral de prohibir expresamente las corridas de toros en todo el municipio. Lo que afectaría a las celebradas en espacios públicos, con o sin dinero del Ayuntamiento, o en terrenos privados previa instalación de ruedos portátiles. Por supuesto, sin vulnerar derechos reconocidos en el ordenamiento legal español y sin invadir competencias estatales o autonómicas. En este sentido, los jueces pueden tener la última palabra.

Solo tendría que incluir en el reglamento de uso de la plaza y en las ordenanzas municipales sobre animales el articulado preceptivo, como se está haciendo ya en otras ciudades con los toros y como hizo Villena con los circos. De este modo dejaría de escudarse en trámites administrativos para eludir las supuestas responsabilidades políticas y/o legales. Ya está bien de excusas y subterfugios para lograr de hecho una prohibición encubierta que propicia que cada año la absurda reedición del mismo conflicto y la misma polémica.

Por otra parte, si no quiere que le tachen de “dictador” o de imponer su criterio particular conculcando una actividad cultural reconocida por la normativa del Estado y la Comunidad Valenciana, que proponga una consulta a la ciudadanía. Así se conseguiría dar participación activa a los vecinos y vecinas, se potenciaría la democracia y se fomentaría la pedagogía y los argumentos razonados, huyendo de enfrentamientos periódicos. Después todo el mundo debería acatar el resultado y la adecuación de las ordenanzas municipales conforme a lo decidido por la gente.

Lo que no se puede seguir reproduciendo es esta situación. Seguro que los Verdes son conscientes de que a medio o largo plazo las corridas de toros dejarán de gozar del beneplácito de la sociedad villenense. Para qué arriesgarse entonces. Pero no se dan cuenta de que ellos tampoco tienen garantizado el respaldo mayoritario en las próximas elecciones para seguir gobernando en solitario. Además, hay una sentencia favorable en primera instancia que ha sido recurrida por los taurinos. Así pues, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Luego, puede ser demasiado tarde y cualquier justificación resultaría muy poco convincente.

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