Apaga y vámonos

¡Vaya por Dios!

Desde luego, así no hay quien pueda. Lo mismo hay semanas que te las ves y te las deseas para intentar escribir algo interesante (lo que cada día es más difícil en este pueblo, convertido en páramo informativo), que de repente te llueven los argumentos y no sabes por dónde tirar, o dicho de otro modo, por quién doblan las campanas… de Santa María –y me refiero a la iglesia, no al dimisionario concejal, cuya despedida a la francesa también da mucho que pensar y escribir–, esas campanas que nadie ha podido ver de cerca por un quítame allá unos permisos que no seré yo quien discuta, aunque sí se puede discutir, de entrada, la poca seriedad de quienes, evaluando un mismo espacio, emiten dos informes completamente contradictorios, y de salida, la sensación de improvisación que han dejado en el aire, porque no es de recibo que las cosas se anuncien tarde, mal y nunca cuando las intenciones de la Asociación pro-Restauración de la Ermita de San José eran bien conocidas desde tiempo atrás. Conste mi solidaridad para con ellos y mi humilde agradecimiento por su trabajo y sus desvelos.
Y cambio de tercio en esta columna compartida –actualidad obliga– para, bajando por la calle Mayor, trasladarme del campanario de Santa María a las igualmente medievales –no piensen mal, o sí, ustedes mismos– dependencias de nuestra Casa Consistorial, donde, por si no lo sabían, las mentes pensantes del Gabinete de Comunicación del Muy Ilustre están restringiendo o limitando –llámenlo como quieran– la comparecencia de algunos concejales ante los medios de comunicación, en algunos casos por no “quemar” su imagen y en otros porque, visto lo que dicen y cómo lo dicen, han decidido que lo mejor es que no abran la boca en público, que luego todo se sabe. Así las cosas, y mientras esperamos a ver si nuestra alcaldesa se digna a salir de una vez ante los periodistas para hablar de minucias como las vías del tren, la plaza de toros o la Biblia en verso, que no todo va a ser repartir medallas a deportistas y expedicionarios (lo cual está muy bien, dicho sea de paso), algunos concejales se han convertido en una especie de niños burbuja, cómodamente protegidos en la asepsia de las notas de prensa oficiales, donde ninguno tartamudea, ni se trastabilla, ni asegura sin encomendarse a nadie que en tres días va a venir algún alto cargo a presentar el proyecto de traslado al Teatro Chapí del Conservatorio de Música de nuestra ciudad.

Y en esas estamos cuando va EPdV y publica en su web una inocente noticia informando de la celebración del festival de música VillenaSuena, sin más intención que dar a conocer un evento al que tenemos cierto cariño, no en vano somos colaboradores del mismo y nos une una buena amistad con los organizadores. ¿Ven ustedes algo raro en ello? Yo, desde luego, no. Pero resulta que los señores del Gabinete de Prensa han puesto el grito en el cielo pidiéndonos explicaciones por haber publicado la noticia y asegurando que el concejal de Juventud está muy molesto porque pensaba dar una rueda de prensa hablando del mismo.

¡Vaya por Dios! Para una rueda que se animan a dar y va EPdV y se la fastidia por hacer su trabajo e informar a sus lectores, como si no pudiéramos dar un paso sin pedir permiso al Muy Ilustre y a sus Muy Ilustres Gestores, que al parecer se consideran dueños de la información y con derecho a decir qué, cuándo y cómo hay que publicar. Hay que joderse, señora.

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